La exposición "Mujeres artistas: las pioneras (1880-1930)" se inaugura este sábado en la Pinacoteca del Estado de Sao Paulo.
"No se trata de un feminismo organizado", aseguraron.
Cuando se habla de mujeres y artistas en Brasil existe una fecha clave: 1892. Fue entonces cuando las estudiantes femeninas pudieron acceder por primera vez a la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro y escribir una página en la historia de la cultura latinoamericana.
Era el año en que Paul Gauguin mostraba al mundo el exotismo de la Polinesia Francesa, Henri de Toulouse-Lautrec inmortalizaba la vida del Moulin Rouge y Paul Cézanne comenzaba su célebre serie de jugadores de cartas.
A partir de entonces y al otro lado del mundo, a más de 9.000 kilómetros de la capital mundial del arte, artistas como Julieta de França, Nicolina Vaz de Assis, Nicota Bayeux o las conocidas Anita Malfatti y Tarsila do Amaral comenzaron a formarse.
Es su legado el que reivindica la exposición "Mujeres artistas: las pioneras (1880-1930)", que se inaugura este sábado en la Pinacoteca del Estado de Sao Paulo y que muestra, hasta el 6 de septiembre, cincuenta obras brasileñas creadas por manos femeninas.
"Son mujeres y artistas que han sido olvidadas durante largo tiempo por la historiografía", aseguran a Efe Ana Paula Simioni y Elaine Dias, las comisarias de la muestra, que se divide en dos salas las cuales interactúan con el acervo de la Pinacoteca.
El primer espacio presenta el proceso de formación artística a través de gravados y diseños que reproducen el cuerpo desnudo a imitación de los modelos clásicos.
Y es que, en palabras de las curadoras, las mujeres artistas "querían dominar el canon artístico, no inventar otro", ya que "la búsqueda de un lenguaje propio, diferente del masculino, sólo llega en los años 60".
La segunda sala es la de la consolidación. Después de que algunas de ellas pasaran por París, las artistas lanzaron sus creaciones al incipiente mercado brasileño demostrando que "no eran unas amateurs" y que estaban "al mismo nivel que los hombres".
Muchas, incluso, se sumaron a la moda de los autorretratos, todo un ejercicio de "autoafirmación" y "transgresión de la domesticidad" que debía caracterizar a las mujeres de la época.
"No se trata de un feminismo organizado", aclaran Simioni y Dias. "Son historias muy distintas que se sitúan fuera las pautas sociales establecidas. Podríamos decir que tienen 'actitudes feministas'", añadieron.
Aunque si hay un género que reivindica el papel activo que tuvieron estas pioneras es la escultura. Tal como explican las comisarias, esculpir era la técnica "más masculina" y, además, la sociedad brasileña -que acababa de poner fin a la esclavitud- no veía con demasiados buenos ojos el trabajo manual.
En ese contexto hay que entender "Tia Bastiana" (1913) de Nicolina Vaz de Assis, el rostro de bronce de una anciana "negra y sufrida" que contrasta con la clase social que ostentan los autorretratos colgados en la exposición.
No obstante, la muestra también incluye naturalezas muertas, paisajes y escenas, algunas de ellas inéditas para el público.
La exhibición recorre, en total, seis décadas de producción artística creada por mujeres brasileñas: desde 1880, cuando Abigail de Andrade fue premiada por la Exposición General de Bellas Artes, hasta la década de 1930, cuando ocuparon para siempre un lugar destacado en el arte del país suramericano.
Quizá por eso, la palabra "arte", en portugués, es femenina.
