Matrimonio roto y mellizos sin padre: El drama tras una increíble historia de inseminación errónea

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Autor: Cooperativa.cl

El Tribunal Supremo de España condenó a una clínica a pagar una millonaria indemnización por el caso.

El recinto asegura que la realidad de los hechos es que la paciente fue adúltera durante el tratamiento.

Matrimonio roto y mellizos sin padre: El drama tras una increíble historia de inseminación errónea
 ATON (Referencial)

La clínica demandada se niega a pedir perdón y afirma que la mujer se embarazó buscando que "un varón acomodado la mantuviera a ella y a su prole durante años".

Llévatelo:

El Tribunal Supremo de España condenó al Instituto Canario de Infertilidad, ubicado en la ciudad de Las Palmas, a pagar una indemnización de 315 mil euros (equivalentes a 215 millones de pesos chilenos) a una mujer a quien declaró víctima de un procedimiento erróneo de inseminación artificial.

La Corte dio la razón a la paciente en su denuncia de haber sido inseminada con la esperma de un desconocido y no con la de su esposo, lo que despertó una serie de sospechas por parte de éste y terminó quebrando para siempre su matrimonio.

Según consignó el diario El País, el caso se remonta a 2007, cuando la pareja recurrió al Instituto. El hombre se había hecho una vasectomía años antes, por lo que un urólogo le realizó dos biopsias testiculares para extraerle el semen. 

La mujer -identificada con el nombre ficticio de "Ruth"- logró quedar embarazada de mellizos, pese a las bajas posibilidades que había para un resultado exitoso dada la condición de su marido. Desde ese momento su esposo comenzó a sospechar y a acusarla de haberlo engañado, hasta que finalmente, en 2009, ya nacidos los hijos, la relación se acabó.

Ruth interpuso una demanda porque el padre se desentendía de los niños, pero "en la vista judicial el hombre presentó el resultado de las pruebas de paternidad que había hecho por su cuenta" y que mostraban que "no era el padre"; quedando entonces la mujer, incluso a ojos de la Justicia, como "adúltera".

Ésta contraatacó demandando al Instituto Canario de Infertilidad, acusando de que la habían fecundado con el semen de un donante anómimo y no con el de su pareja. Ahora, con varios años transcurridos, el Tribunal Supremo español validó esta versión al rechazar de manera definitiva una última apelación tras dos sentencias previas favorables a la denunciante.

La versión de la clínica

Ali Mashlab del Rosario, director médico del ICI, dijo al diario El País que acata la sentencia judicial, pero aún así no reconoce ningún error ni pedirá perdón a la víctima.

Afirma que "es imposible" que haya existido un error en la cadena de custodia de la esperma del marido: "Tenemos controles estrictos que no los inventamos nosotros: nos hemos gastado un pastón en ellos".

"La sentencia no recoge ni una prueba. Los jueces han optado por los niños: hay menores y esto pesa", especula el médico.

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Mis hijos nunca conocerán una parte de su identidad", lamenta Ruth, la protagonista de la historia. (Foto: El País)

El ICI alegó ante la Justicia que la única explicación posible es que la mujer fue adúltera durante el tratamiento y que buscó de cualquier manera quedar embarazada para garantizar que, si la inseminación fallaba, "un varón acomodado la mantuviera a ella y a su prole durante bastantes años".

Para los jueces, no obstante, este argumento "evidencia una enorme carga de estereotipos de siglos pretéritos sobre el rol y la capacidad de la mujer, muy alejados del principio de igualdad y de la dignidad de la persona".

Hijos sin padre

¿Qué dice la protagonista de esta increíble historia? 

"Mis hijos ya saben que no tienen padre y que me quedé embarazada de ellos tras ir a una clínica a inseminarme. Tienen nueve años, no tienen edad para entender lo que está ocurriendo", señaló al diario español.

"No echan de menos a su padre, porque nunca han tenido una figura paterna. El daño moral no es que los niños hayan perdido a su padre, sino el derecho que la clínica ha arrebatado a mis hijos y a mí de saber quién es su padre biológico. Mis hijos nunca conocerán una parte de su identidad", lamenta.

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