El sueño de las mil y una noches

Las vistosas graderías que hubo el primer fin de semana de febrero en plaza Italia ya no están, tampoco los muros portátiles ubicados como vallas de contención y la luminosidad de la publicidad también desapareció, pasó algo fuera de lo común.

En efecto, las pistas de alta velocidad  han vuelto a ser calles de tránsito habitual como lo fueron siempre, y por ese pavimento tantas veces usado, van los automovilistas atrapados en su rutina diaria junto a los vetustos buses del Transantiago, que desde hace más de una década, quejosos y averiados, esperan -algún día ser retirados del servicio público, al cual sirven por la inercia de las cosas y no porque estén en condiciones de hacerlo.

Pareciera que ese fugaz circuito de alta velocidad por el que pasaron los bólidos traídos de Europa fue un sueño. Tal vez, en la época de la "pos verdad" podría ocurrir que la publicitada y polémica carrera de los automóviles eléctricos, de la fórmula E, fue una versión pos moderna de los cuentos de las mil y una noches.

Otra opción es que fue un espejismo masivo, propio de ese anhelo chileno, recóndito pero no reconocido, de ser Mónaco o Hong Kong, aunque sea por un rato, para salir del caos y el estrés, la congestión y los atochamientos, de los baches y los asaltos, del ruido del comercio ambulante y la presión de miles de inmigrantes que buscan espacio y empleo, y llegar al paraíso de convertir a Santiago, de una capital ahogada por el smog, en un muy próspero centro mundial del avance de las nuevas tecnologías.

O ¿tal vez lo qué pasó no fue más que la filmación de alguna “super producción” de Hollywood o simplemente la preparación de las escenas de una nueva teleserie?

Pero, la congestión fue real, un hervidero de conductores rabiosos y desesperados por el tiempo perdido, y las quejas, los bocinazos, el daño a la escultura frente al palacio de Bellas Artes, y la ira de los vecinos afectados no fue un invento.

Asimismo, los escombros abandonados en algunas esquinas son totalmente materiales. Como es habitual, unos ganaron otros perdieron, pero quien va a insistir en aquello, sería " mala onda", un eco de algún resentido, no va a lucir el que diga que fue congestión para muchos y buen negocio para pocos.

Y ahora, no queda más que esperar que en un año más el evento vuelva a repetirse, pero se anuncia que la autopista del sueño eléctrico ya no estará en torno al Parque Forestal, donde se prevé una replantación para hermosearlo; en ella, muchos vecinos esperan se diversifiquen las especies y no se obligue a la gente a un periodo alérgico, en los meses de septiembre y octubre, por la sospechosa inclinación de usar solo el socorrido plátano oriental para estos efectos paisajísticos y ambientales.

En todo caso, es posible y deseable una política pública que potencie el uso de las energías limpias y renovables, gran y loable propósito, esa meta hay que hacerla bien, de hecho como pocas veces el país avanzó con fuerza en los últimos años, con la ley de equidad tarifaria y otras medidas que confirman que al haber decisiones bien pensadas y ejecutadas con transparencia, se genera competencia, bajan los precios y se fomenta el uso de las nuevas tecnologías. Es mejor seguir ese camino.

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