No sirve un PPD izquierdizado y tradicional

El PPD vive una crisis electoral, política, de identidad que  amenaza su viabilidad y su futuro. Es una crisis de sentido que debe ser abordada refundando su misión, su ética pública, su colocación en la sociedad del siglo XXI y abordando, sin atajos, los errores y desaciertos que han hecho del partido, en el tiempo, una gran promesa incumplida.

Por ello yo sostuve en el debate del Consejo Nacional del Canelo de Nos del año 2012 el profundo error que se cometía al transformar al PPD en un partido de izquierda, sin definir además teóricamente a que izquierda nos referíamos y relegando a un segundo plano su definición de partido progresista y ciudadano, porque desde sus orígenes el PPD se parecía y radicaba su diversidad mucho más a la lucha de los jóvenes del mayo del 68 que escribían en los muros de París, Bruselas y Frankfurt “seamos realistas , pidamos lo imposible”, mucho más a los partidos por los derechos civiles y una nueva radicalidad democrática, mucho más a los movimientos ecologistas y feministas que llenaron un vacío dejado por la izquierda socialista y comunista marcados por el industrialismo a toda costa y por un profundo desprecio por las reivindicaciones de derechos de tercera y cuarta generación que estos movimientos representaban, que a los viejos partidos de clase tradicionales de la izquierda.

El PPD contribuyó, en la sociedad civil y en el parlamento, a instalar los nuevos temas cuando estos eran incómodos para una compleja transición política y social y el embrión de mucho de lo que hoy existe , concretado durante este gobierno de la presidenta Bachelet, está en las luchas libradas por el PPD que en aquel momento se conectaba con los movimientos emergentes por los derechos de género y civiles, con la intelectualidad y la cultura que veían en el PPD una trinchera para colocar nuevas ideas.

Pero en  la pérdida de esta identidad y en la incapacidad para representar los vertiginosos cambios de la sociedad del siglo XXI radica una de las mayores causas de nuestra crisis.

En el tiempo el PPD se tradicionalizó, se convirtió en un partido más, se vació de ideas y de densidad cultural , se transformó en una federación de caudillos que se disputan el poder interno y externo y que ha hecho que el PPD esté repleto de grupos y grupúsculos que se enfrentan sin diálogo posible en muchas regiones.

Aquí radica también un aspecto trascendente de nuestra crisis, como en las malas prácticas políticas faltas de transparencia que empobrecen la política, la muestran como algo sucio frente una ciudadanía que hoy goza no solo de mayor información sino de la capacidad de denuncia a través de las redes sociales.

Un aspecto fundamental de nuestra crisis tiene que ver con la decisión de transformar al PPD en un partido de izquierda y colocarlo en una desventajosa disputa en un sector ya superpoblado por el PS, el PC y ahora por el Frente Amplio. Ello ha conducido a una equivocada lectura respecto de la sociedad chilena de hoy.

La izquierdización del PPD ha conducido a abjurar de la experiencia de los gobiernos de la Concertación y de sus liderazgos, sin considerar las peculiaridades y los contextos de los procesos de la transición chilena.

Con ello hemos debilitado  no solo nuestra memoria y patrimonio político sino también nuestra propia razón de ser como fuerza inscrita en una corriente de inspiración socialdemócrata, dejando de lado que los principales logros en materia de igualdad, libertades y democracia han sido construidos en el siglo XX por el Estado benefactor de la socialdemocracia especialmente en los países nórdicos.

Nos hemos sumado o guardado silencio frente a las críticas comunistas contra todo a lo que huela a los cambios socialdemócratas y a sus liderazgos sin entender que el PC aún se rige por el libro “La bancarrota de la segunda Internacional y el renegado Kaustky” de Lenin que veía en la socialdemocracia europea un enemigo principal a los principios de la revolución de Octubre y a la rusificación del marxismo que instaló el comunismo que se derrumbó y desapareció de la historia como una experiencia que nunca logró conjugar las libertades, la democracia con las conquistas sociales que esos regímenes implicaron.

Para salir de esta crisis el PPD debe realizar una verdadera revolución copernicana o de lo contrario caminará inexorablemente al peor de los escenarios: el de la intrascendencia.

El PPD debe reafirmar su identidad original como una fuerza progresista, ciudadana y de cambio, debe hacer política a todo campo, debe privilegiar el diálogo con la DC ahora que el grupo dirigente del PS ha abandonado el rol del gran articulador de la alianza entre la izquierda y el centro y hacer de la relación con las fuerzas socialdemócratas su punto de referencia principal.

La alianza con el PS y el PR es la alianza natural del PPD.

Distinta es la relación del PPD con el PC que debe adquirir mas bien la del acuerdo instrumental en el plano político y electoral, mas que en la configuración de un bloque como ha sido la Nueva Mayoría. Son demasiados los temas que nos diferencian. El PC mantiene una visión ideologizada de los derechos humanos y de las libertades y defiende a regímenes que, por ser considerados de izquierda, los violan. No tiene, como la nuestra , una postura universal respecto de estos temas.

A la vez, se escuchan voces del PC, a través de los cuales se busca justificar acciones terroristas que actores del llamado Frente Patriótico desplegaron en pleno inicio de la transición a la democracia, como el asesinato al ex senador Guzmán, y ello también transgrede nuestra postura de total condena al terrorismo venga de donde venga.

Son frecuentes los ataques a Ricardo Lagos, al Canciller Heraldo Muñoz y en definitiva se hace muy difícil convivir en una misma alianza con dichas posturas, lo que, sin embargo no impide mantener una relación política que permita trabajar de conjunto en aquello que se coincida.

Con el Frente Amplio el PPD debe articular, sobretodo en el plano parlamentario, una estrategia común de oposición al gobierno de derecha y de impulso a las iniciativas legislativas que permitan avanzar en los cambios progresistas.

Mi conclusión es que en el PPD hay liderazgos, hay ideas, y por ello hay que trabajar con unidad en este momento difícil sin esconder nuestras diferencias, estableciendo una competencia democrática en la elección de las autoridades del PPD que se convierta en un gran momento de debate sobre nuestro futuro ante la opinión pública. Debemos dar seguridad a la población sobre la ética y transparencia que acompañe nuestra acción política.

Hagamos del PPD una nueva sede del pluralismo que articule en su interior, sin prejuicios, a diversas culturas. Si lo logramos podremos transformar esta derrota de la centroizquierda y la propia crisis del PPD en victoria y ser protagonistas de un mejor porvenir para nuestro pueblo y nuestro país.

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