Una expedición antártica para recordar

Toda expedición es recordada por distintos acontecimientos que suceden en ella o en su preparación. Así, es fácil mirar hacia atrás y recordar nuestras últimas expediciones al Continente Blanco marcadas por la pandemia, lo que nos obligó, entre otras cosas, a incorporar protocolos y a realizar estrictas cuarentenas previas al viaje a Antártica.

La pandemia ya pasó y este 18 de abril retornó a Punta Arenas el último equipo de funcionarios del INACh que se encontraba en la Isla Rey Jorge, finalizando de esta manera la LX Expedición Científica Antártica (ECA 60). En esta ECA logramos por primera vez tener una mayor presencia femenina en las labores logísticas, mantuvimos una paridad de género en las jefaturas de base e incrementamos nuestra colaboración internacional con distintos países, como España, Portugal, Brasil, Perú, Colombia, China y Uruguay.

Por ejemplo, en lo relacionado al Programa de Áreas Marinas Protegidas (AMP), esta temporada se efectuó un monitoreo de la abundancia y distribución de krill en las zonas de alimentación de pingüinos a bordo del buque "Carrasco" del Perú. Asimismo, gracias al apoyo del Programa Antártico de Colombia, pudimos mover una gran cantidad de carga científica y logística esencial para el desarrollo de la ECA.

Fueron 45 los proyectos en terreno, donde se pueden destacar a los estudios sobre la acidificación y calentamiento del Océano Austral, los contaminantes en la Antártica, la huella de carbono negro, el impacto del cambio climático en la flora polar... y la Gripe Aviar Altamente Patógena o HPAI.

Si bien esta enfermedad se había detectado durante el verano de 2023 en la costa del Pacífico, disminuyendo considerablemente los casos en los meses posteriores, todo indicaba que esta continuaría su movimiento hacia el sur incluyendo la Antártica.

Ante este escenario, el INACh tomó diversas medidas como la elaboración de un protocolo de comportamiento para evitar ser un vector de propagación del virus. Además, facilitó la implementación de equipos especializados en virología en dos bases antárticas: O'Higgins del Ejército y Escudero del INACh, los que realizaron la búsqueda activa del virus en colonias de aves cercanas. También tomamos la difícil decisión de no abrir la Base Yelcho, en la Isla Doumer, debido a que esta se encuentra en medio de una colonia de pingüinos.

Y los pronósticos se hicieron realidad: el 25 de febrero investigadores españoles informaron que aves encontradas muertas en el norte de la Península Antártica eran positivas al virus, siendo la primera confirmación de la presencia de la gripe en el Continente Blanco.

Días después, el 28 de febrero, el Programa Polar de la República Checa informó también sobre la presencia de aves muertas en la Isla James Ross. El mensaje decía así: "En los 20 años de nuestra presencia en la base nunca habíamos visto una situación como esta". Gracias a una coordinación con la Armada, pudimos embarcar al equipo de virólogos que se encontraba en la Base Escudero para trasladarse a la base checa Mendel y tomar muestras a las aves para su posterior análisis en PCR y genómica.

Este se convirtió en el segundo caso comprobado de presencia de HPAI en Antártica y en un ejemplo claro de la importancia de la colaboración entre los programas antárticos nacionales para hacer ciencia del más alto nivel y para enfrentar desafíos tan grandes como una pandemia o una amenaza concreta para el ecosistema polar.

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