Ayuda de emergencia comenzó a llegar a zona de Indonesia afectada por tsunami
Las autoridades locales señalaron que la distribución de artículos humanitarios resulta difícil debido a la dispersión de los desplazados, que llegan a 38.700.
La ayuda de emergencia empezó a llegar este miércoles a la zona golpeada por el tsunami, cuando la cifra de víctimas mortales ascendió a 525 y otras 273 personas siguen desaparecidas.
En el distrito de Cilacap, salpicado de pequeñas aldeas de pescadores que sucumbieron bajo la fuerza de las olas y el más cercano al epicentro del sismo de 7,7 grados de magnitud que originó el tsunami, los centros de desplazados improvisados en campos de fútbol, plazas abiertas y mezquitas recibieron este miércoles plásticos para cobijarse y comida instantánea.
Sin embargo, las autoridades locales señalaron que la distribución de ayuda humanitaria es muy difícil por la dispersión de los refugiados.
La Agencia de Gestión de Desastres Nacional de Indonesia tiene un cálculo de 38.700 personas desplazadas, mientras que el Ministerio de Asuntos Sociales informó de 700 heridos.
"Durante la noche, en la mezquita de Cilacap duermen cerca de 500 personas, pero a las seis de la mañana se vacía. En el patio de la oficina del gobierno esta noche durmieron también centenares de personas y se fueron al amanecer. Entonces, ¿dónde repartimos comida?", dijo el director de Asuntos Sociales de Cilacap, Muryianto.
Quienes optan por dormir cada noche alejados de las playas contestan que no se fían del Gobierno.
"¿Quién les va a creer? No nos avisaron de que venía un tsunami hace dos días y tampoco nos van a avisar si vuelve a repetirse, no?", señaló Suyi, de 19 años de edad y madre de dos hijos de uno y tres años.
Suyi se encontraba fuera de su pueblo cuando las olas gigantes arrasaron su casa y la de otros vecinos.
"No noté el maremoto ni me enteré de nada hasta que, cuando me estaba acercando a casa en autocar, vi a gente corriendo y gritando aterrorizados. Me bajé del autocar y corrí con mis dos hijos en brazos hasta que me quedé sin fuerzas", añadió.
El marido de Suyi y la mayoría de residentes de Lengkong son pescadores y sus frágiles casas y barcos cedieron con rapidez a la fuerza del mar.
En el cementerio del pueblo se dio este miércoles sepultura a ocho víctimas, entre ellas un bebé de tres meses, que fueron encontradas el pasado martes por los equipos de rescate entre los escombros de edificios y embarcaciones de pesca.
Todavía tres personas siguen desaparecidas en esa aldea, por lo que los residentes siguen excavando con las manos y palos.
Esta imagen se repite a lo largo de todo el litoral afectado y muchos no pueden contener las lágrimas cuando reconocen a algún familiar muerto.
Los más jóvenes son muy críticos con el Gobierno y reclaman la ayuda de las organizaciones internacionales.
"Necesitamos que nos ayude la comunidad internacional. Este desastre se podría haber evitado con un sistema de alerta de tsunamis pero el Gobierno ni hizo absolutamente nada", indicó el universitario Wedi Firnadi, de 20 años, quien regresó esta mañana para ayudar a su familia desde Yogyakarta.
"Aquí no hay muchos heridos pero todo el mundo está traumatizado. Las réplicas no se sienten pero ayer cada pocas horas alguien gritaba tsunami, tsunami y todos salían corriendo".
La magnitud de este nuevo desastre natural es inferior a la de otros recientes en el país y la Oficina de Cooperación de Ayuda Humanitaria de Naciones Unidas (OCHA) cree que el Gobierno indonesio podrá atenderlo en solitario.
OCHA dejó abierta la puerta a una intervención internacional si Indonesia hace una petición formal.
Organizaciones como Save the Children y Oxfam movilizaron equipos de emergencia desde la cercana ciudad de Yogyakarta, donde sigue en curso la operación humanitaria por el terremoto del 27 de mayo, que mató a unas 5.700 personas. (EFE)