Día maldito

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Autor: Cooperativa.cl

Massú perdió por 5-7, 6-7, 6-4, 6-3 y 6-0 ante el ruso Mikhail Youzny un partido que tenía dominado, pero se distrajo y se fue por el despeñadero. Sólo una actuación sobresaliente en Madrid o Paris lo pondría de vuelta entre los 30 mejores del mundo.

Por Rodrigo Hernández, enviado especial a Nueva York

 

Tía Sonia estaba particularmente preocupada. Le habían dicho que el ruso Mikhail Youzhny era un tipo complicado, que producto de las lesiones tenía un ranking mentiroso (54º) y podía poner en aprietos a su hijo. Pero la mamá del doble campeón olímpico quería creer, a toda costa, en el triunfo de Nicolás.

 

Pobre Sonia. Sufrió lo indecible. (Foto: Rodrigo Hernández)

¿Tú crees que gana?, me preguntó con unas ganas enormes de que la respuesta fuese afirmativa, mientras se instalaba en el mismo escaño de la cancha 12 donde el lunes vio el triunfo sobre el italiano Davide Sanguinetti.

 

"Está súper parejo, pero tiene harta opción", le dije sin ánimo de arruinar sus expectativas, aunque sabiendo que el ruso venía de arrollar a Dominik Hrbaty y era peligroso en cancha dura. "Ay, ojalá, sería tan bueno", exclamó con una mezcla de angustia y desahogo, al tiempo que seguía su cábala: sentarse detrás de su marido y a un costado de Mery, amiga portuguesa.

 

Todos quienes estábamos ahí queríamos que Massú avanzara a tercera ronda, pero, al menos en mi caso, tenía consciencia que se trataba de un partido abierto, de dos estilos muy distintos, pero de fuerzas muy parejas.

 

Pobre Sonia. Sufrió lo indecible. Primero porque Nicolás tuvo que jugar al límite los dos primeros sets para adelantarse por 7-5 y 7-6. Un resultado que en un torneo del circuito regular le hubiese significado una magnífica victoria. Y después, porque vivió una larga pesadilla desde que dejó escapar una ventaja de 3-1 en el tercer set hasta perder por 6-0 en el quinto.

 

"No sé qué me está pasando, pierdo el foco y me voy del partido. No es primera vez que me pasa, hace un tiempo que me está ocurriendo. En esta gira por Norteamérica me sucedió varias veces y, la verdad, no tengo explicación", diría luego el número dos de Chile.

 

Durante dos horas y 17 minutos el viñamarino jugó un partido perfecto. Cometió escasos errores no forzados, matizó inteligentemente el revés cortado con tiros agresivos a dos manos y pegó el derecho tanto plano como con efecto a distintos ángulos de la cancha. Fueron 137 minutos impecables donde su único punto feble fue el servicio, que el ruso quebró en cuatro oportunidades.

 

Ese 7-5, 7-6 y 3-1 marcó un antes y un después en el partido. Y en el estado emocional de Massú. Un partido tan bien encaminado que se torció de improviso por cuatro derechas malas y un par de dobles faltas: la distancia entre el cielo y el infierno. "Quise arriesgar, me la jugué y terminé equivocándome. El, en cambio, creció y se afirmó. Es difícil expresar lo que siento, estoy muy amargado", confesó acto seguido.

 

Al igual que en el abierto de Australia, Massú perdió en cinco sets un partido de trámite favorable. Pero esta vez la caída fue tanto o más dolorosa, quizá comparable a la derrota con Radek Stepanek (6-7, 7-6, 7-5) en la tercera del Masters Series de Miami. Es que en tierra derecha de la temporada desperdiciar ocasiones como esta duele, y mucho.

 

Hoy por hoy, Nicolás tiene un atrape que no es tenístico sino mental. Está jugando aceptablemente y durante el año tuvo grandes momentos -jugó cuatro finales en arcilla y fue el tenista con más triunfos sobre esa superficie-, pero en su cabeza algo no está funcionando cuando debe cerrar los partidos. ¿Grave o no? Preocupante por lo reiterado, pero perfectamente reversible para un jugador experimentado, y cuya mayor virtud es su claridad para afrontar tácticamente los partidos.

 

Massú no lo dice, pero está desolado. Es un tipo ganador y quería cerrar el año entre los 20 primeros del mundo. Aún podría conseguirlo con una actuación descollante en los Masters Series de Madrid y París, pero está sujeto a un buen sorteo -no será cabeza de serie- y triunfos en las rondas iniciales que lo provean de confianza necesaria para ir por el asalto mayor.

 

"Tengo que levantar la cabeza y enfocarme en los torneos que vienen. En París he hecho tercera ronda un par de veces y en Madrid llegué a la final con menos experiencia. Es un momento difícil, pero tengo la fuerza necesaria para reponerme. En estos momentos no pienso en el ranking, sólo pienso en dejar atrás este tipo de derrotas", comentó, consciente de su real problema.

 

Este viernes será un día especial para Massú. Esta en pleno Nueva York, la capital del mundo, y sin tener nada que hacer. No fue programado en dobles junto a Juan Ignacio Chela y prometió no venir al club para intentar despejarse. "Nico", vete de shopping por Manhattan, sube al Umpire State y cómete un perro caliente en la Quinta Avenida. Olvida que te está costando cerrar los partidos y vuelve con todo a entrenar. Tal como prometiste cuando las grabadoras se habían apagado y te fuiste caminando por el pasillo.