Yo le creí

Publicado:
Autor: Cooperativa.cl

Por Paula MolinaEditora y conductora del programa Lo que Queda del Día de Radio Cooperativa.

El tema con Miguel Bosé es que no es un artista, es dos. Tiene dos personalidades artísticas distintas y contradictoras y mientras no las abuene, no tendrá paz.

 

Por un lado, es un artista serio. El niño que se crió con Picasso, el joven que se ríe del pop cantando en malla, y el que, ya mayor, se convierte en actor de cine. Es el que trabaja con Almodóvar, el que opina, el progresista. El amigo de Lagos y Bachelet.

 

En la otra vereda, Miguel Bosé es algo mucho más simple. Un gran vendedor de discos. Un cantante de grandes éxitos, una figura publicitaria, un baladista y un galán.

 

Esas dos personalidades convivieron hasta que en un momento, yo creo, Bosé tiró la toalla. Lo hizo poco antes del 2005 y quizás lo hizo en Chile. Tal vez fue durante un recital en el Velódromo del Estadio Nacional.

 

Fue la última vez que lo vi antes de que empezara a cantar sólo grandes éxitos. Esa noche en el Velódromo, Bosé trataba de decir algo sobre su proceso creativo, o sobre el significado de sus canciones, algún tipo de mensaje que el público se negó a escuchar.

 

"Mijitooooooooooo" le gritaban, cada vez que abría la boca, y cada vez en tono más amenazante. Era, más que un chillido, el rugir de miles de mujeres que no estaban allí para ser adoctrinadas. Habían pagado una entrada para sentirse queridas y deseadas, como Arjona y Chayanne las hacen sentir, y no estaban dispuestas a otra cosa. Esa noche, un bramido paró en secó a Bosé que no habló más. Y hasta "linda" les cantó al final.

 

La siguiente vez que lo vi, Bosé era un galán en plena forma. Un conquistador, un cantante más exitoso, pero también, uno más lejano y en algunas entrevistas, irascible. Un músico encerrado en un repertorio de canciones juveniles que cada vez le cuesta más cantar, pero que le ha dado giras multitudinarias y todo el reconocimiento del público y la industria.

 

Yo creo que Miguel Bosé puso el dinero por delante. Por eso anoche, cuando lo vi anunciando su retiro en la Quinta Vergara, le creí. Me pareció genuinamente emocionado y en alguna medida, liberado. Quizás ahora deje la risita socarrona y ese ligero gesto de desprecio con el que hace todo sobre el escenario.

 

Dijo que quería vivir, habló del cine y la literatura, de nuevas canciones. Como él mismo dijo, ha sido por 30 años un soldado de la canción. Ahora puede volver a ser algo más.