No es lo mismo

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Autor: Cooperativa.cl

Por Paula MolinaEditora y conductora del programa Lo que Queda del Día de Radio Cooperativa.

Hubo dos grandes imitadores la noche del jueves en la Quinta Vergara: Stefan Kramer y Arnel Pineda, quien asumió improvisadamente el papel de cantante principal de Journey y en Chile se le aceptó cómo si hubiera sido el original.

 

Fue tanto lo que se aplaudió a Pineda en Viña que Ross Valory y Neal Schon, dos fundadores de la banda, no podían creer lo que estaba ocurriendo.

 

Miraban con sorpresa pero felices el batatazo que estaban dando sobre el escenario con un cantante que contrataron por internet y que trajeron a Chile con tanto apuro que ni siquiera tenía los papeles listos para pasar por el aeropuerto.

 

Desde su piano rojo, Jonathan Cain, observaba con atención y a medida que pasaba la hora, cada vez más satisfecho el desempeño de Pineda y sobre todo, el del público, que terminó incluso lanzando las manos, tratando de "tocar" al cantante, como se hace con los grandes, con los mitos, con los ídolos. Pineda - ni grande, ni mito, ni ídolo - recibió trato de súper estrella en la Quinta.

 

Tenía motivos para reír al piano Cain, y algunos de ellos muy buenos. No es sólo que en un lejano país sudamericano, miles de personas se compraran gustosas a Pineda.

 

Es que allí mismo, miles de personas se emocionaron realmente y de todo corazón con las canciones que él escribió junto a Steve Perry hace ya tantos años.

 

La memoria emocional en esto ayuda mucho, es cierto, porque hay canciones ochenteras realmente mediocres que hoy son adoradas por el público de 30 y más años sólo porque están enganchadas en su memoria, porque están atadas a su adolescencia, a su juventud y a sus recuerdos.

 

La nostalgia es un abrazo cálido y fuerte del que a veces ni quieres ni te puedes liberar. "Open arms" o "Don't stop believing", los éxitos de Journey, tienen esa fuerza, por supuesto, pero además, no son canciones mediocres. Son temas poderosamente románticos, que disparan directo al corazón, que te dejan a veces, sin defensas.

 

Hay bandas que uno sigue por las personas y bandas que uno sigue por las canciones. Journey es de estas últimas. Es una banda de repertorio y lo seguirá siendo mientras la salud de sus integrantes se lo permita (para subrayar el punto, Perry dejó la banda por un problema a los huesos y su reemplazante, Steve Auger salió tras una infección).

 

Pero eso no anula un principio básico en el arte y el espectáculo: que existen las cosas reales y las imitaciones. Por eso las pinturas reales tienen un valor, y las falsificadas, que son iguales - tan a iguales a Perry como Pineda- tienen otro, si es que tienen.

 

Por eso existen las bandas de tributo -que tocan igualito a las originales- pero que nadie confunde, ni aplaude, ni paga como a las originales. Para extremar el punto, por eso se persigue a los ambulantes, se sanciona la piratería, se prohiben las falsificaciones. Porque no es lo mismo. Y porque la imitación no crea nada, y a la larga, daña.

 

Yo apuesto a que una banda como esta no habría presentado un espectáculo así en ningún escenario que realmente respetara. Pero en algún lugar tenía que hacerlo debutar y Chile era lo que tocaba. Pineda cantó muy bien, dio con casi todo el amplio registro vocal de Perry, pero no es lo mismo. Definitivamente, no es lo mismo.