Madonna dio inicio a la esperada gira que la traerá a Chile
Este sábado actuó ante miles de fanáticos en Gales.
En el recital exhibió el video que grabó con Britney Spears.
Provocadora, dura, intimista, juguetona y muy sexy, a sus 50 primaveras, una Madonna con mil caras y en la plenitud de condiciones dejó boquiabiertos a los miles de incondicionales que se rindieron a su pies en el arranque del "Sticky & Sweet Tour", la gira mundial que también incluye una fecha en Chile.
La cantante exhibió su yo más atlético, con saltos, movimientos difíciles y pasos de boxeadora. Fueron dos horas de electrizante concierto que se tomó el Millenium Stadium, en Cardiff (Gales).
Llegó más de media hora tarde a la cita, pero su público le perdonó todo. La gira arrancó con el tema "Candy Shop", del último álbum, "Hard Candy", que contó con un preámbulo audiovisual basado en varias pantallas superpuestas en forma de cubo, juegos digitales plagados de "golosinas" eléctricas; y una Madonna que se calzó unas imponentes botas negras para lucir músculo ataviada con clara estética dominatrix.
Siempre acompañada por una escolta de bailarines acrobáticos, le tocó el turno a "Beat Goes On", con la presencia virtual en las pantallas de fondo del rapero estadounidense Pharrell William, y no faltó tampoco la Madonna más decadente: la que se paseaba montada en un descapotable blanco, coreada por el rapero Kayne West (que la acompañó virtualmente).
Con "Human Nature", Madonna proyectó el video musical grabado con su amiga Britney Spears, quien pierde los nervios encerrada en un ascensor, ataviada con una sudadera negra.
Con un público variopinto en el que abundaban los sombreros de vaquero rosa, grupos de treintañeras y su legión de incondicionales gay, desató el frenesí con un guiño a los 90' con "Vogue" precedido del "tic tac" que salpica a "4 Minutes".
Un remix de "Die Antother Die", con imágenes de una Madonna atleta, boxeadora, dieron paso entonces a la segunda parte del espectáculo .Con "Old School", el nombre de este acto, no dejó de sorprender. Puso a saltar a junto a sus bailarines y se contoneó a ritmo del clásico "Into The Groove", eso sí, con nuevo cambio de imagen. En este momento, ella se dirigió al público con un "¿Tienen algo que decir? Necesito su apoyo. ¿Están listos?".
Le siguieron nuevas canciones como "Heartbeat" y "Borderline" en las que desgarró acordes con una guitarra eléctrica de un fucsia potente y desde unos minúsculos shorts rojos de gimnasio-; también interpretó otro nuevo single, "She's Not Me", que bailó con movimientos casi contorsionistas frente a una serie de fotografías suyas de hace una década. Cerró el set, eso sí, con otro single conocido: "Music".
Las mil caras de Madonna
La Madonna gitana se dejó ver en la tercera parte del espectáculo, en la que la diva no salió por bulerías, pero casi. Tras una melódica interpretación de "Devil Wouldn't Recognize", la Madonna más española cantó "Spanish Lesson" vistiendo a sus chicos de monjes. Todo para no defraudar a los miles de congregados.
Desplegó su faceta más nómada con "Miles Away" rindiendo tributo a la vida de los gitanos y recorriendo en imágenes la geografía mundial pasando por India, Madrid, Moscú. Luego vino la "La Isla Bonita", ayudada de tres músicos rumanos. Aunque esta vez, trató de una versión mucho más "gipsy" del conocidísimo tema, con violines, guitarra española y toques balcánicos en la que también llegó a soltar algún "ándele" mexicano a ritmo de palmas.
Ese fue el apartado más folklórico del show que concluyó con la Madonna más tierna y vulnerable, la que buscó su cara más baladista rodeada de velas con "You Must Love Me".
Por si alguien se atreviera a insinuar que la "reina del pop" no innova, la recta final del concierto varió de temática dando paso a un fuerte sabor futurista y marcada influencia japonesa.
En otro momento no faltaron las imágenes recurrentes hacia las que tiende la norteamericana y con las que se empeña en concienciar al planeta con fragmentos de países en conflicto, de niños soldado, de políticos. Su lado más comprometido que finiquitó con la imagen del candidato demócrata a las elecciones estadounidenses, Barak Obama.
En el Millenium Stadium retumbó por enésima vez el repetitivo "tic tac" de "4 Minutes", el famoso tema que canta junto con Justin Timberlake - que sólo la acompañó desde las imágenes de un video- y con él, Madonna puso la guinda a estas dos horas de frenesí pop sin olvidarse del guiño nostálgico en "Like A Prayer" y "Ray Of Light", donde estuvo más comunicativa.
La versión rock de la discotequera "Hung Up" (del álbum anterior, "Confessions On a Dancefloor") y el club tecno en el que la artista convirtió el escenario para dar rienda suelta a "Give It 2 Me" despidieron el show.
Un enorme "Game Over" puso punto y final al despliegue de este espectáculo que se tomará el Estadio Nacional el próximo 10 de diciembre, en su primera actuación en Chile.