Reino Unido anticipó la celebración de los 150 años del libro de Charles Darwin

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Autor: Cooperativa.cl

Se inauguró una exposición en el Museo de Historia Natural de Londres.

En 2009 se cumplen los 200 años de natalicio del científico inglés.

Londres ya comenzó a festejar una aventura que se inició en el Reino Unido, creció en América del Sur y cambió al mundo: los 150 años de la publicación de "El origen de las especies" de Charles Darwin.

Las celebraciones continuarán a lo largo de 2009, año en que también se cumple el 200° aniversario del nacimiento del científico inglés.

La fiesta comenzó con la inauguración de una exposición, titulada sencillamente "Darwin", en el Museo de Historia Natural de la capital británica.

La muestra, que incluye cuadernos, cartas, artefactos, pertenencias personales, fotografías, fósiles y hasta animales vivos, ofrece un panorama del desarrollo de las ideas que lo llevaron a cuestionar la creencia bíblica de la creación.

"El hombre, en su arrogancia, se cree una gran obra digna de la intervención de una deidad. Sería más modesto, y yo creo más verdadero, que se considerara creado a partir de los animales", escribió en uno de sus cuadernos en 1838, 21 años antes de la publicación de su teoría revolucionaria.

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"El Origen de la Especies" se publicó el 24 de noviembre de 1859.

Su travesía

Una de las ideas cautivadoras de los organizadores de la exposición ha sido recordarnos que él tenía apenas 22 años cuando comenzó su travesía hacia Sudamérica, en 1831, como naturalista en la expedición del Beagle.

Cuatro años antes de subir al barco, Darwin había empezado a estudiar nada menos que teología en la Universidad de Cambridge.

Cuatro años después de haber zarpado, y ya en las Islas Galápagos, comenzó a pensar en la teoría que eventualmente pondría a las ideas científicas y religiosas de su tiempo -y de muchos siglos anteriores- entre la espada y la pared.

Al Darwin de esa época tal vez sea mejor imaginárselo un poco como a los mochileros europeos de nuestros días que se toman uno o dos años de vacaciones, antes o después de estudiar en la universidad, para recorrer el mundo.

Era un muchacho rubio, posiblemente bronceado por el sol del Trópico, que, en esas islas que luego se convertirían -en gran parte, gracias a él- en símbolo y santuario de las especies en peligro de extinción, hacía travesuras por las cuales hoy lo enviarían de regreso a casa, en el primer avión y con una multa que posiblemente ni su padre, que le costeó el viaje en el Beagle, podría pagar.

El origen de las especies

Una de las primeras piezas de la exposición es una iguana verdísima, vivita y coleando, a la que, en honor a Darwin, le han puesto el nombre de Charlie.

Estos lagartos, cuando se les cocina, ofrecen una carne blanca que resulta del gusto de aquellos estómagos que van más allá de los prejuicios

Al verla, uno se imagina al explorador contemplando al animalito e ideando su futura teoría de la selección natural.

Sin embargo, pocos metros después, uno descubre que en esos momentos él no sólo pensaba en las especies, sino también en las especias.

"Estos lagartos, cuando se les cocina, ofrecen una carne blanca que resulta del gusto de aquellos estómagos que van más allá de los prejuicios", escribió el joven que, en Cambridge, había creado un club dedicado al consumo de animales "desconocidos al paladar humano".

Aparentemente, también le encantaban los galápagos, no sólo como alimento, sino para montar "a caballo", pero solía perder el equilibrio y caerse cuando éstos se levantaban, después de que él los golpeara para que caminaran.

Una divertida historia con caballos de verdad, que también cuentan en la exposición de Londres, es cuando Darwin, en Bahía Blanca, Argentina, trató de aprender a cazar ñandúes con dos bolas unidas por una cuerda, como lo hacían los gauchos que lo acompañaban, y lo único que logró fue enredar las patas de su corcel.

"Los gauchos se morían de la risa. Gritaban que habían visto todo tipo de animales capturados, pero que nunca antes habían visto a un hombre que se capturara a sí mismo", anotó Darwin en su diario.

Fue, sin embargo, a través de aventuras como ésta que su teoría fue progresando.

Los gauchos le dijeron que había otro tipo de ñandú, más pequeño, y se puso a buscarlo infatigablemente.

Lo reconoció de casualidad, meses después, mientras comía de un ejemplar que habían cazado.

Cuando eventualmente supo que el ñandú petiso o choique (Rhea pennata), ahora llamado en inglés "Darwin's Rhea" ("El ñandú de Darwin"), no era una variedad del otro, sino una especie diferente, comenzó a pensar que ambos podrían tener un antepasado común.

Para ilustrar esta historia, en la exposición del Museo de Historia Natural de Londres hay un ejemplar de cada uno de estos animales que Darwin conoció en Argentina.

La muestra

La muestra también documenta el largo período de reflexión desde que el joven científico regresó a Inglaterra hasta que, dos décadas después, cuando ya tenía 50 años, se vio obligado a publicar "El origen de las especies".

"El origen de las especies" se publicó el 24 de noviembre de 1859.

Es la historia de un hombre que sabía el profundo impacto que tendría su teoría y demoró la publicación de ésta lo más que pudo.

Ya en 1844, había escrito en secreto un ensayo sobre la evolución mediante la selección natural y le pidió a su esposa que, en caso de que él muriera, lo publicara porque consideraba que representaría "un paso considerable en la ciencia".

"Estoy casi convencido (todo lo contrario a la opinión con que comencé) de que las especies no son (es como confesar un crimen) inmutables", le escribió en privado a un amigo.

"Los monos hacen a los hombres", anotó en otra parte.

Pero sólo se atrevió a decirlo en público cuando se enteró de que otro científico británico, Alfred Russel Wallace, quien entonces tenía 35 años de edad, había llegado, de forma independiente, a conclusiones casi idénticas a las suyas.

Es una lástima que (Fitzroy) no añadiera su teoría de la extinción del mastodonte, etc., debido a que la puerta del Arca era demasiado pequeña

Charles Darwin

Cuando finalmente el libro se publicó, en noviembre de 1859, Darwin le envió un ejemplar al capitán del Beagle, Robert Fitzroy, quien respondió que no hallaba "nada "ennoblecedor" en la idea de ser descendiente de incluso el mono más antiguo".

Darwin, que aparentemente no había perdido el sentido del humor de su juventud, al ver la opinión de Fitzroy publicada en el periódico Times, dijo: "Es una lástima que no añadiera su teoría de que la extinción del mastodonte, etc., se debió a que la puerta del Arca era demasiado pequeña".

La exposición, que concluye con un análisis del impacto de la teoría de Darwin en la ciencia actual, se presentará en el Museo de Historia Natural de Londres hasta el 19 de abril de 2009.