No nacionalistas sumaron la mayoría en elecciones en el País Vasco
El Partido Nacionalista gobernaba la región desde hace 29 años.
En tanto, los conservadores triunfaron en Galicia.
El Partido Nacionalista Vasco (PNV) fue el más votado en las elecciones regionales celebradas este domingo en el País Vasco, pero las fuerzas no nacionalistas lograron, por primera vez, sumar una mayoría.
Con el 99,5 de los votos escrutados, el PNV consiguió 30 escaños de los 75 del Parlamento regional vasco, mientras que el Partido Socialista obtuvo 25 y el Partido Popular (PP), 13.
Su unión será suficiente para gobernar y arrebatar el poder al PNV, que gobierna esa comunidad desde hace 29 años, pues la mayoría absoluta en ese parlamento regional se consigue con 38 escaños.
Los resultados muestran un fuerte avance para el Partido Socialista respecto a 2005, al pasar de 18 a 25 escaños, y un leve retroceso para el Partido Popular, que perdió dos escaños.
Esta es la primera vez que en unas elecciones regionales vascas no hay representación de la izquierda independentista vasca próxima a la organización terrorista ETA, tras haber sido ilegalizadas sus candidaturas por el Tribunal Supremo español.
Conservadores del Partido Popular triunfaron en Galicia
Por su parte, las elecciones regionales celebradas en Galicia se resolvieron con un triunfo del conservador Partido Popular (PP), que logró la mayoría absoluta con 39 diputados, lo que le permitirá recuperar el Gobierno de esa comunidad autónoma.
El Partido Socialista, que gobernaba en coalición con los nacionalistas, obtuvo 24 escaños y sus socios del Bloque Nacionalista Gallego, 12 diputados, según los datos oficiales escrutado el 95 por ciento de los votos.
El PP volverá a gobernar en Galicia, su feudo tradicional, que le arrebató, por un solo escaño, la coalición de socialistas y nacionalistas en 2005.
Ese resultado fortalecerá también el liderazgo de Mariano Rajoy al frente del Partido Popular tras haber sido cuestionado por su segunda derrota electoral frente al socialista José Luis Rodríguez Zapatero, en 2008.
Rajoy se volcó en la campaña electoral gallega, consciente de la gran importancia de un resultado favorable en un momento de fuerte tensión interna en el PP que afronta sendas investigaciones judiciales sobre una presunta trama de corrupción que afecta a algunos de sus cargos públicos.