Nuevamente se aplazó rescate de los mineros atrapados en Nueva Zelanda
El temor al gas grisú en la galería y al peligro de una nueva explosión es la causa.
Todavía no se ha podido establecer contacto alguno con los empleados,
Los servicios de emergencia decidieron nuevamente posponer hasta el domingo la operación de rescate de 29 mineros atrapados en Nueva Zelanda por temor al gas grisú en la galería y al peligro de una nueva explosión.
Al caer la noche, se dejó de extraer aire del interior para analizar su contenido y establecer que no sea inflamable o tóxico y que es seguro entrar a la mina de carbón, según el comandante Gary Knowles, quien espera que pronto sea posible iniciar el rescate.
Otro riesgo es que se produzca otro estallido como el que provocó el accidente.
"Por ahora no podemos entrar a la galería, seguimos esperando a que sea posible. No voy a poner en peligro a más gente", añadió el jefe de la unidad que intentará rescatar a los trabajadores.
Todavía no se ha podido establecer contacto alguno con los empleados de la compañía Pike River en el yacimiento de Atarau en la Isla Sur de Nueva Zelanda, cuando ya han pasado casi 36 horas desde la fuerte deflagración que les dejó atrapados bajo tierra.
Las autoridades todavía confían en que todos los 29 podrán salir con vida de la mina, aunque el alcalde de la cercana localidad de Greymouth, Tony Kokshoorn, reconoció que "con cada hora que pasa, es más difícil".
El primer ministro neozelandés, John Key, envió su respaldo a los mineros, les transmitió un mensaje de ánimo del príncipe Guillermo de Inglaterra y aseguró que se hará todo lo posible por rescatarles sanos y salvos.
Se cree que se encuentran a sólo 150 metros de la superficie, pero a 2,5 kilómetros de la entrada de la mina, bajo un túnel que pasa por debajo de la cordillera de Paparoa hasta los yacimientos de carbón propiedad de Pike River.
Las familias de los mineros confían en que se produzca un final feliz aunque no tan prolongado como el de los 33 chilenos que hace un mes sobrevivieron después de pasar varias semanas atrapados a 700 metros de profundidad.