Director brasileño dijo que "el mejor cine de América Latina" es el argentino
Para Wolney Oliveira, la calidad radica en que es "uno de los países con más escuelas de cine del mundo".
Además, ha invertido en la formación de profesionales, especialmente guionistas.
La formación de profesionales ha llevado a Argentina a convertirse en el país con la industria cinematográfica de más calidad de América Latina, dijo el director ejecutivo del festival de iberoamericano Cine Ceará, Wolney Oliveira.
"Para mí el mejor cine de América Latina es el de Argentina", dijo Oliveira, en la ciudad de Fortaleza, en el noreste de Brasil, donde estos días se celebra la vigésima primera edición del festival.
Para el cineasta, la razón de la calidad del cine argentino radica en que es "uno de los países con más escuelas de cine del mundo" y que ha invertido en la formación de profesionales, especialmente guionistas.
"Los guionistas argentinos son perfectos", declaró Oliveira, quien recordó el Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa cosechado el pasado año por "El secreto de sus ojos" de Juan José Campanella.
Señaló que "la epidemia de festivales" cinematográficos en Brasil responde a las dificultades a las que se enfrentan los cineastas para que las películas lleguen al público y añadió que hay cintas que no salen del circuito de ese tipo de eventos cinematográficos.
En su opinión, uno de los elementos positivos es que en Brasil se está desarrollando un nuevo lenguaje cinematográfico al margen del eje tradicional de la producción cinematográfica brasileña que se centraba en Sao Paulo y Río de Janeiro.
"Las historias son diferentes, tienen un lenguaje diferenciado y está consiguiendo éxito de público y crítica", dijo, para añadir que en la digitalización de la imagen y la reducción de los costes de producción permite hacer cine de calidad con mayor facilidad.
Además de dirigir el festival, Oliveira ha aprovechado el certamen para el preestreno de su filme "Os ultimos cangaceiros", un documental sobre las bandas de bandoleros que a fines del siglo XIX y principios del siglo pasado llegaron a controlar amplias zonas de los depauperados estados del nordeste brasileño.