Murió en prisión la mujer que asesinó a su hijo con "crueldad inimaginable"

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Autor: Cooperativa.cl

Los padres maltrataban constantemente al menor.

Magdalena Luczak fue encontrada inconsciente en su celda.

El pequeño Daniel murió tras ser encerrado durante 33 horas en su habitación sin calefacción y un trauma en la cabeza.

Magdalena Luczak, una mujer que asesinó junto a su pareja, Mariusz Krezolek, a su hijo de cuatro años murió este martes en la cárcel de Foston Hall, cerca de Derby (centro de Inglaterra), según informó el Ministerio de Justicia británico.

Lucszak, de 29 años, fue encontrada esta mañana inconsciente en su celda. Había cumplido dos de los 30 años a los que había sido condenada por un tribunal británico por el asesinato de su hijo, Daniel Pelka. 

"Los paramédicos que la atendieron la declararon muerta en ese momento. Al igual que sucede con todas las muertes en los centros penitenciarios, el defensor de los derechos de los internos llevará a cabo una investigación", aseguró un portavoz del Ministerio de Justicia.

En agosto de 2013, Luczak y su pareja, ambos de nacionalidad polaca, fueron condenados a un mínimo de 30 años de prisión por el asesinato. 

El pequeño Daniel murió en su habitación en marzo de 2012 tras permanecer encerrado en ella durante 33 horas sin calefacción y con una herida en la cabeza causada por los dos adultos, quienes lo maltrataban continuamente, según se expuso durante el proceso judicial.

Durante el juicio, los acusados, que tenían problemas de alcohol y drogas, negaron los cargos y se acusaron mutuamente de la muerte del niño.

Daniel era sometido constantemente a palizas y vejaciones y llevaba seis meses desnutrido antes de recibir el golpe que finalmente le causó la muerte.

Al dictar sentencia, la jueza del tribunal de Birmingham (centro de Inglaterra) dijo a la pareja que habían cometido actos "de una brutalidad incomprensible" y "crueldad inimaginable".

Antes de imponerles un mínimo de 30 años a cada uno, subrayó que, en las nueve semanas del juicio, no había observado en la madre y el padrastro "ningún signo de arrepentimiento".