Gino Cortés, empleado de la compañía Minera San Esteban que en julio pasado perdió una de sus piernas en un accidente en el yacimiento San José, dijo el lunes a la Agencia EFE que, aunque está "contento" por estar con vida y por el inminente rescate de sus 33 compañeros, se siente "abandonado" y con "temor" respecto de su futuro.
"Yo igual estoy contento, porque salí con vida", pero al mismo tiempo "abandonado, por todas las ayudas que les han dado" a los 33, mientras "a mí me han dejado de lado", dijo el trabajador, que asegura estar aferrado a Dios y a su familia para enfrentar con ayuda psicológica un incipiente estado de depresión.
Descartando cualquier posible resentimiento hacia los atrapados, Cortés dijo estar orgulloso de ellos, pues los conocía casi a todos, y se asombra de que pudieran sobrevivir los primeros días "sin enloquecer adentro, a pesar de no tener ninguna noticia del exterior".
Incierto futuro
Gino Cortés, de 40 años, perdió parte de su pierna izquierda cuando el pasado 3 de julio, mientras se dirigía a pie a descansar al refugio donde ahora se encuentran los 33, se le vino encima una roca de dos toneladas.
Ese accidente lo dejó en una precaria situación económica e incapacitado de por vida para volver a ejercer su oficio. Según precisó al respecto, el Gobierno no se ha ocupado de su caso, los dueños de la mina ni siquiera lo han llamado y ahora subsiste con una pensión de 300.000 pesos, con la que tiene que alimentar a su mujer y a sus tres hijos, la más pequeña nacida el pasado 1 de septiembre.
Ahora, Cortés ve con "temor" su futuro y sólo espera que esto sea "una lección" para mejorar la seguridad laboral en nuestro país.
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El trabajador dijo estar "orgulloso" del valor de "los 33". |
"Con una fiscalización legal, esta mina no hubiera estado funcionando. De ahí para atrás todos tienen algo de culpa, por mi accidente y por el de mis compañeros", dijo el trabajador, recordando que el lugar en el que cayó la roca "tenía que estar fortificado, y no lo estaba".
Su historia, en principio, pasó inadvertida, y no fue sino hasta un mes después de ocurrida, cuando un derrumbe atrapó a sus 33 compañeros, que se evidenciaron las escasas medidas de seguridad de ese yacimiento, con malas condiciones de ventilación y sin ninguna vía de escape.
"Esta fue la peor mina en la que me tocó trabajar", declaró este obrero, con diez años de experiencia a cuestas, que ya inició acciones legales contra los dueños del yacimiento.