Nicolás Massú se llenó de gloria al ganar la segunda medalla de oro para Chile

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Autor: Cooperativa.cl

Pese al cansancio y a estar abajo en la cuenta, el tenista nacional sacó fuerzas de flaqueza para imponerse por 6-3, 3-6, 2-6, 6-3 y 6-4 al estadounidense Mardy Fish y adjudicarse la presea dorada, elevando nuevamente a Chile a lo más alto del podio olímpico en Atenas 2004.

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Cuando se habla de Nicolás Massú (14°), se habla de sufrimiento, de pundonor, de coraje y de valentía. Esta no fue la excepción y es que el chileno debió esforzarse al máximo y extremar sus recursos para sumar su segunda medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, luego de vencer en la final del singles por 6-3, 3-6, 2-6, 6-3 y 6-4 al estadounidense Mardy Fish (35°).

 

El viñamarino necesitó de maratónicas cuatro horas para tamaño logro, que le permite transformarse en el primer deportista en la historia de país en ganar dos preseas doradas en unos Juegos Olímpicos, tras una victoria épica sobre el cemento ateniense.

 

El chileno tuvo un comienzo auspicioso y en el primer set neutralizó completamente el tenis de saque y bolea del estadounidense para quebrar el servicio en dos ocasiones. Y aunque Fish pudo devolver un rompimiento, Massú se quedó con la manga en 47 minutos.

 

 

El peso del cansancio quiebra la ilusión

 

En el segundo parcial las cosas comenzaron a cambiar. Mardy Fish estaba dispuesto a luchar y lo demostró al aprovechar el mermado estado físico del viñamarino y quebrar el saque en el noveno juego, para ratificar su ventaja en el capítulo siguiente y ganar la manga por 6-3.

 

El partido se equiparó, pero el norteamericano sintió que su rival estaba afectado por el desgaste sufrido a lo largo de la semana, y en el tercer parcial salió con todo para finiquitar el duelo.

 

Fatigado y exhausto después de una campaña inolvidable pero agotadora, la tercera manga fue una tortura para el número uno de Chile, quien era casi incapaz de moverse en la pista central. El norteamericano se aprovechó de la escasa fuerza de Massú para quedarse con la manga con dos quiebres de servicio, por un claro 6-2.

 

Nicolás Massú sentía el desgaste y debió pedir la asistencia del fisioterapeuta para recibir atención, especialmente en su contracturado muslo izquierdo.

 

 

El ascenso al Olimpo

 

La atención del profesional pareció milagrosa. El cuarto set fue épico para el chileno, primero gracias al masaje que recibió y luego tras una polémica decisión arbitral que lo hizo despertar.

 

La cuenta estaba 1-0 a favor del chileno y Fish tenía ventaja con su saque, pero un tiro del estadounidense fue notoriamente ancho y el juez de silla lo validó como un ace que le permitió emparejar la pizarra cuando su servicio peligraba.

 

Massú reaccionó airadamente y reclamó el cobro, pero el árbitro se mantuvo incólume en su sanción y obligó a proseguir el partido cuando claramente el cobró lo perjudicó. Pero el chileno no se amilanó y reaccionó con todo celebrando cada punto con su tradicional puño al pecho, en una clara muestra de su recuperación anímica.

 

En el cuarto juego quebró el servicio de Fish y se fue con todo en procura del set, el que consiguió con autoridad, sembrando cada vez más dudas respecto del futuro del norteamericano, quien contrariamente lucía con menos resto físico que el chileno.

 

El último set fue una guerra mental. Quiebres sucesivos en los dos primeros juegos dejaron las cosas 1-1, pero cuando la cuenta estaba igualada, el chileno quebró el y se puso 3-2.

 

La ansiedad se apoderó del nacional, pero la controló y confirmó el quiebre. Con 4-2 el chileno se puso a sólo dos games de la medalla de oro y era el momento preciso para consolidarse como el deportista chileno más exitoso de la historia olímpica.

 

El sufrimiento y la agonía marcaron el paso de Massú -y Fernando González - por Atenas, y la despedida no podía ser de otra manera. El chileno debió bregar con un porfiado y luchador Fish, quien se esforzó hasta la última pelota para dar vuelta su suerte.

 

Pero Massú impuso sus términos y se quedó con el partido tras cuatro horas de lucha, para vestirse de héroe y alzarse como el nuevo máximo referente del deporte chileno.

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