Mediante multas y campañas de educación el gobierno de la capital china, que recibirá los Juegos Olímpicos en 2008, pretende que sus ciudadanos dejen de depositar sus salivazos en cualquier lugar.
Ante la proximidad de ser la sede de la principal cita polideportiva mundial, Pekín puso en marcha este miércoles una campaña para erradicar entre sus ciudadanos la extendida costumbre de escupir, azarosa e indiscriminadamente, donde sienten la necesidad de hacerlo.
"Escupir es el peor hábito" de los pequineses, dijo Zhang Huiguang, directora de la Oficina de Cultura y Etica de Pekín, coincidiendo con la opinión del alcalde de la ciudad, muy crítico en este aspecto.
Las autoridades, que afirmaron que esto es parte de una campaña para aumentar los estándares éticos y culturales de la ciudad previo a los Juegos Olímpicos de 2008, decidieron atacar el bolsillo del ciudadano, multando con cinco dólares (casi 2.600 pesos) a quienes sean avistados escupiendo al margen de la normativa.
Las multas de cinco dólares por escupir en la vía pública son aplicables desde la irrupción de la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SARS) en la primavera de 2003, pero los encargados de hacer cumplir la ley se han mostrado hasta el momento indulgentes.
"Este año reforzaremos nuestros esfuerzos legales en este campo", dijo Zhang, quien añadió que requerirán "a los oficiales que impongan multas con una mayor frecuencia".
Comprobar que la sanción económica se ejemplifica con Hong Kong, donde multas de hasta 180 dólares (más de 93.000 pesos) han conseguido que los ciudadanos se abstengan de escupir en medio de la calle, lo que incluso se extiende a recintos cerrados como restaurantes.
Sin embargo, la ley no les impide depositar el gargajo en papeleras u otro tipo de recipientes por lo que los turistas todavía pueden escuchar la secuencia de ruidos que precede al salivazo.
La ofensiva contra el escupitajo en Pekín combinará represión y educación, y el Gobierno anunció que pondrá en marcha una campaña de publicidad en radio, televisión, internet y a través de teléfonos móviles para "enseñar a la gente el modo correcto de escupir".
Se espera también que la obligatoriedad de limpiar lo arrojado a la acera pública en caso de ser sorprendido incline a los potenciales infractores a abstenerse de escupir.
De momento, la Oficina de Civilización Espiritual (moral y costumbres) dedicó con éxito durante todo un día un auto de vigilancia, dotado de cámara de video, a recorrer un céntrico distrito pequinés en busca de infractores.
Las filmaciones obtenidas permitieron a las autoridades a obligar a los escupidores a limpiar suelos y abonar multas, al tiempo que les recomendaban no insistir en su hábito.
"El método dio resultado porque los culpables que no reconocían la falta se quedaban sin argumentos cuando les mostrábamos la filmación", dijo Zhang.
Los responsables se quejan de que los autos de vigilancia tienen demasiado trabajo con sus tareas habituales, por lo que no pueden estar todo el día dedicados a la busca y captura de los escupidores.
De momento los pequineses, como el resto de chinos, continúan escupiendo sin que exista una explicación comúnmente aceptada del origen de esta costumbre.
Sin embargo, en la campaña de acoso y derribo contra el salivazo pequinés también se volcaron los medios de comunicación por lo que en breve podría empezar a dar resultados.
"Escupir sin contención se ha convertido desde hace varios años en una locura, un mal hábito, incivilizado y perseguible y seguirá siéndolo", escribió el diario oficialista China Daily. (EFE)
