Les Luthiers, una terapia del buen humor

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Autor: Cooperativa.cl

El grupo estrena en el Gran Rex de Buenos Aires "Lutherapia".

Es su trigésima tercera creación.

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En la ciudad más sicoanalizada del mundo es lógico que Les Luthiers haya decidido encarar hace 20 años una terapia de grupo institucional. Pasaron dos décadas de esa experiencia y dicen: "Nos dimos de alta y nos dieron de alta", recuerdan con sonrisas Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés y Daniel Rabinovich (ausentes con aviso: Jorge Maronna y Carlos López Puccio, que completan el quinteto).

Una entrevista puede parecerse a una sesión de terapia. Sentados en cómodos sillones, los tres luthiers se relajan y hablan durante una hora sobre esta institución del humor. "Somos como una familia y a veces funcionamos como hermanos; entonces, cada tanto uno tiene ganas de pegarle una piña al otro; después te arreglás; después otro intercede... Si estamos juntos, es porque entre todos tenemos una empresa fantástica, que es una bendición para todos", relata Mundstock.

Tras 41 años de historia, cambios de integrantes, portazos y alegrías, en Les Luthiers aprendieron a somatizar todo a través del humor.

Su espectáculo número 33 se llama "Lutherapia", donde se ríen de los lugares comunes de una sesión de terapia, que sirve como hilo conductor de una serie de obras musicales: "El cruzado, el arcángel y la arpía (opereta medieval)", "Las bodas del rey Pólipo (marcha prenupcial)", "Aria agraria (tarareo conceptual)" y "El día del final (exorcismo sinfónico-coral)", entre otras. Con el estreno, aparecen nuevos instrumentos: el bolarmonio (ganador del concurso realizado en la Expo Les Luthiers de 2007), la exorcítara (un espantamaleficios) y un grupo de objetos creados por el artista plástico Pablo Reynoso.

Los músicos suelen decir que su último disco es el mejor. ¿Cómo es Lutherapia para ustedes?

Mundstock: Este fue un salto más al vacío del esquema tradicional de Les Luthiers. Durante años veníamos con el formato de espectáculo de piezas engarzadas a través de los comentarios de un presentador que hacía yo. Era muy cómodo. En cambio, ahora no. Si no funcionaba, teníamos que salir a comprar otro esquema de salvataje -dice, y se ríe.

Rabinovich: Para mí, este tiene el concepto de Les Luthiers más redondeado, lo cual no pasa siempre. Somos muy autocríticos. Este, en cambio, viene con una base de aprobación muy fuerte en los cinco. A varios nos parece el mejor espectáculo. Es raro. Eso no ha pasado en todo este tiempo.

¿En la previa se ríen con las escenas que hacen?

Núñez Cortés: Yo me cago de risa en los primeros ensayos. Eso me pasó con todas las escenas que juegan en el diván Daniel y Marcos. Disfruto muchísimo como el público. Pero en el espectáculo hay que hacer como dice Verdaguer: "El único que no se tiene que reír con un chiste es el humorista. La seriedad total es lo importante".

Mundstock: Es gracioso porque todo ese proceso que describe Carlos tiene un correlato en la sensación anímica posterior. Cuando llevamos las cosas nuevas y nos gustan, es fantástico, pero cuando las repetiste unas siete veces, empezás a preguntarte: "¿A quién se le ocurrió esto?" -dice, y se ríen-. Sólo cuando ves cómo responde el público, recuperás el alivio. Lo que sí pasa es otra cosa maravillosa, y es que, cuando ponés un DVD de un viejo espectáculo, lo disfrutás con el placer del público y pensás: "¡Qué bien estuvimos!" -dice, y vuelven las risas.

¿Les Luthiers camina sólo como un mecanismo de relojería aceitado, o siguen ajustando cosas?

Mundstock: Fuimos aprendiendo el oficio y aprendiendo a tocar este instrumento que se llama Les Luthiers, que hace cosas que ningún otro instrumento hace. Tampoco nos podemos bandear mucho porque ya sabemos qué se puede hacer con este grupo y además qué hicimos, qué nos ha dado rédito, qué le gusta a la gente y qué nos gusta a nosotros.

Rabinovich: Creo que erramos un poco menos. De igual manera, seguimos con el mecanismo de prueba y error. Hacemos una obra y la probamos con el público. Sólo ahí la terminamos con todo lo que le vamos poniendo como actores. Hacer un espectáculo nos lleva dos años y medio.

¿Les cabe la definición de humor inteligente?

Rabinovich: Nos sentamos a hacer un espectáculo y tratamos de que nos salga lo más lindo posible. Convengamos que no es un humor trillado, que busca el juego de palabras, el juego musical; por lo tanto, es un humor inteligente, por decirlo de alguna manera. Pero lo que nos interesa es que la gente se muera de risa y sonrisa.

Núñez Cortés: El otro día estaba pensando qué felicidad debe de sentir el público asistiendo a la interpretación de Daniel y Jorge en el valsecito del "Aria agraria", cuya letra es una pequeña historia, pero que está hecha toda con tarareos. Por eso, cuando la gente escucha una obra de Les Luthiers, siente agradecimiento. Es un premio a esa chispa, a esa caricia a la inteligencia.

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