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Los vuelos espías que ponen a Obama en un dilema en Siria

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Autor: Cooperativa.cl

Mandatario contempla una intervención militar contra el EI justo un año después de abstenerse de atacar ese país contra el gobierno de Bashar al Asad.

Fuentes del gobierno admitieron que el presidente había autorizado vuelos de reconocimiento para recolectar información de inteligencia.

Los vuelos espías que ponen a Obama en un dilema en Siria
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Justo un año después de que se abstuviera de atacar Siria, el presidente de Estados Unidos Barack Obama está contemplando de nuevo una intervención militar en ese país.

Sólo que esta vez el enemigo no es el presidente Bashar al Asad ni el argumento central son las acusaciones de que ese gobierno utilizó armas químicas contra la población.

Esta vez, Washington está considerando "una variedad de herramientas militares, incluyendo ataques aéreos" contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), que opera en Siria e Irak y al que Estados Unidos ya combate militarmente en ese último país.

El lunes, fuentes del gobierno admitieron que Obama había autorizado vuelos de reconocimiento sobre Siria para recolectar información de inteligencia sobre las posiciones de EI en el terreno, lo que se considera un paso previo a la eventual autorización de los ataques.

Los portavoces del Pentágono y del Departamento de Estado se abstuvieron este martes de dar mayores detalles sobre lo que implicarían estos vuelos para la estrategia estadounidense en la región, con el argumento de que no van a discutir operaciones de inteligencia.

Lo que sí admitieron es que no están coordinando con el gobierno de Al Asad, cuyo ministro de Relaciones Exteriores, Walid al Moallem, dijo que cualquier ataque no consultado sería considerado "una agresión".

Más allá de lo poco que se conoce sobre los vuelos, lo cierto es que su autorización sí revela hasta qué punto el presidente Obama se está acercando a actuar militarmente en un país que el año pasado le trajo tantos dolores de cabeza.

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El enemigo de mi enemigo...

Obama pidió a finales de agosto de 2013 autorización del Congreso para atacar al gobierno sirio, pero 10 días después echó marcha atrás cuando se dio cuenta de que no contaba con mayor apoyo y Damasco aceptó una propuesta de Rusia para desmantelar su arsenal químico.

Esa indecisión fue criticada duramente en Washington por quienes consideraron que Obama estaba al frente de un gobierno débil y causaron una caída considerable en sus niveles de aprobación.

Ahora, lo que contempla en Obama en Siria es distinto, pero lo ocurrido hace un año todavía pesa sobre sus hombros, en especial porque enfrenta un dilema: cómo atacar a los militantes de EI sin que eso signifique que esté apoyando al gobierno de Al Asad, que también combate a EI.

Precisamente el gobierno sirio dijo que estaba listo para "cooperar y coordinar" con actores internacionales para luchar contra los militantes, una estrategia de Damasco para presentarse con una cara más colaboradora a nivel global.

Pero Washington ha rechazado cualquier vínculo con el gobierno sirio, al que sigue describiendo como una "dictadura brutal" y "parte central del problema" en un país que ya lleva tres años en guerra civil, según calificó el secretario de Defensa, Chuck Hagel.

Así, Estados Unidos se está viendo forzado a defender cómo los dos gobiernos no están en el mismo equipo aunque sí están combatiendo al mismo grupo.

"No es el caso de que el enemigo de mi enemigo sea mi amigo", dijo Ben Rhodes, asesor de seguridad nacional de Obama.

En esa misma línea, Washington también ha asegurado que siguen en pie sus planes de apoyar con US$500 millones a la oposición moderada, un proyecto que está en manos del Congreso.

Un "cáncer"

Que Obama esté enfrascado en ese dilema y discutiendo una posible intervención en Siria responde principalmente a la muerte del periodista estadounidense James Foley, decapitado en video por militantes de EI en retaliación por los ataques aéreos contra ese grupo en Irak.

Su muerte, además de causar estupor en el país, fue un ataque directo a Estados Unidos, lo que aumentó significativamente el rol de Washington en el conflicto: si antes el objetivo se limitaba a contener la avanzada de EI hacia la ciudad de Erbil, ahora es derrotar lo que Obama considera un "cáncer" que "no tiene cabida en el siglo XXI".

Esa meta sólo se puede lograr si se incluye en la estrategia a Siria, un país difícil para Obama pero donde EI controla una franja considerable de territorio.

"A la pregunta de si pueden ser vencidos (los militantes) sin considerar la parte de la organización que reside en Siria, la respuesta es no", dijo la semana pasada el jefe del estado mayor conjunto, el general Martin Dempsey.

De ahí que para incluir a Siria en el nuevo panorama, Washington esté cambiando la forma como describe el conflicto: ahora destaca un componente mucho más regional, resalta las fronteras porosas entre Irak y Siria, hace énfasis en lo diferente que es EI y se refiere a los militantes como una amenaza de largo aliento.

"Este no es sólo un grupo terrorista, ellos tienen ambiciones de gobernar", le dijo a la BBC este martes el contralmirante John Kirby, portavoz del Pentágono. "Son una criatura diferente en comparación con lo que hemos visto antes".

Por otro lado, a la pregunta de si un eventual ataque en Siria representaría un apoyo de facto a Al Asad, Kirby explicó que no va a discutir temas "hipotéticos", pero agregó que no va a haber coordinación con ese gobierno.

"Lo que hagamos contra ISIL -como el Pentágono califica a EI- será sólo contra ISIL y no para apoyar a nadie más", concluyó.

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