Las elecciones celebrabas de forma anticipada confirmaron el triunfo de la derecha N-VA.
"El Estado debe ser reformado y las finanzas saneadas", indicó el líder Bart De Wever.
La histórica victoria conseguida en las urnas por el partido nacionalista flamenco N-VA, partidario de la independencia de Flandes, conmocionó a Bélgica, que entra en una fase de gran incertidumbre, en plena crisis económica y a pocas semanas de asumir la presidencia rotatoria de la Unión Europea.
Las elecciones generales celebradas este domingo de forma anticipada confirmaron el triunfo en el norte del país de la derecha nacionalista más exigente (la N-VA tiene 31 escaños en la Cámara, de un total de 150), mientras que en Valonia (sur francófono) el Partido Socialista (PS) se alzó con el primer puesto (con 24 escaños en la Cámara federal, cuatro más que la actualidad).
A nivel estatal, según anunció el líder del PS, Elio Di Rupo, los socialistas se convierten, "20 años después", en la primera familia política de Bélgica, ya que también sus homólogos flamencos del SP.A obtienen buenos resultados en su región (14 escaños).
Por el contrario, los liberales flamencos del Open-VLD, cuyo joven líder, Alexander De Croo, provocó el adelantamiento electoral al retirarse por sorpresa de la coalición dirigida por Yves Leterme, resultaron castigados por los electores (perderían seis escaños).
En sus primeras declaraciones tras su incontestable triunfo electoral, el líder de la N-VA, Bart De Wever, quiso suavizar la victoria señalando que tenderán una mano a los partidos francófonos.
"El Estado debe ser reformado y las finanzas, saneadas", dijo, pero añadió que "iremos todos juntos en esa dirección".
Según De Wever, "nadie tiene interés en bloquear este país. Hay que poner en marcha una estructura que funcione y que nos permita resolver los problemas".
