El dilema de quedarse o huir de una Crimea dividida

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Autor: Cooperativa.cl

BBC analiza la polarización de los habitantes de Crimea.

"Crecí en este país, Ucrania. Uno no elige la madre patria", declaró un ucraniano.

El dilema de quedarse o huir de una Crimea dividida
 EFE

El 97 por ciento de habitantes de Crimea votó a favor de unirse a Rusia.

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"No se puede jurar doble lealtad, no es un pecado, pero es jugar con la conciencia".

Eso dice Yevgeni Romanov, uno de los cerca de 25.000 efectivos militares ucranianos repartidos en las decenas de bases crimeas que han sido rodeadas o tomadas por fuerzas rusas o prorrusas y que no saben qué les espera.

El viceministro de Defensa de Ucrania, Leonid Polyakov, le confirmó a la BBC que su país tiene planes para evacuar a todo su personal militar y sus familias de Crimea.

Dijo que el calendario para hacerlo "dependerá de lo que ocurra en el terreno", pero que es algo que se puede poner en marcha rápido de ser necesario.

Aunque los militares fieles a Kiev obedecieron a rajatabla la orden de no provocar ni reaccionar a provocaciones de fuerzas rusas o prorrusas en la península, no todos están esperando a las órdenes de Kiev para decidir qué hacer con su futuro.

Llanto castrense

Muchos, incluso, han cambiado de bando.

El caso más saliente fue, hace poco más de dos semanas, el del contraalmirante Denys Berezovsky, quien un día después de ser nombrado jefe de la marina ucraniana, anunció por televisión que se unía a las filas rusas en Crimea.

Al día siguiente, decenas de oficiales estaban frente a él y al comandante en jefe de la Armada ucraniana, Serhiy Haiduk (quien este miércoles fue liberado, tras haber sido capturado junto a otros por fuerzas prorrusas).

Ante la opción de desertar y seguir a Berezoszky o mantenerse fieles a Kiev, los oficiales respondieron cantando el himno de Ucrania, algunos llorando.

Haiduk anunció que Berezovsky había sido removido de su cargo y enfrentaba cargos de traición (en caso de que pasara de Crimea a Ucrania).

Eso no quiere decir que la opción de cambiar de bando no siga sobre la mesa y que otros no vayan a utilizarla.

El sueldo medio de un oficial de bajo rango de las fuerzas ucranianas en Crimea es de unas 1.000 grivnas al mes (menos de US$100), mientras que los soldados rusos ganan un salario varias veces superior. Eso no deja de ser un incentivo.

Algunos también están pensando en dejar el ejército.

El ejército o el turismo

Yevgeni Romanov, un joven marinero ucraniano, nacido en Vínnytsia, en el centro del país y basado en el puerto militar de Novoozerne, está indeciso.

Le dijo a la BBC que no sabe si quedarse, seguir en las fuerzas ucranianas o desmovilizarse. No ve como buena opción tampoco volver a Ucrania.

"Los soldados locales, que están instalados aquí, con niños y hogares, se quedarán; aquellos que, como yo, son (originarios) de otras regiones, como el centro u oeste de Ucrania, ¿qué tenemos allí?", se preguntó.

"No se puede jurar doble lealtad, no es un pecado, pero es jugar con la conciencia". Si se cambia de bando, dice, y "luego uno va a Ucrania, será tratado como un criminal".

Pero, según explica Oleg Boldyrev, enviado de la BBC a Crimea, "las únicas dos opciones de vida viables en Crimea son el ejército o dar de comer a los turistas durante la temporada alta".

Así que Romanov no tiene una salida fácil.

Bases que cambian de manos

El miércoles la base naval en la que estaba destacado el joven militar fue tomada por locales, que tumbaron la puerta de entrada con una excavadora.

Detrás de ellos había soldados rusos.

"No podíamos hacer nada", contó Romanov, "Los locales se reunieron y tenían detrás a los soldados rusos... La decisión fue no redirse, no levantar las armas, pero simplemente evitar cualquier confrontación. Había francotiradores rusos por todas partes, así que si había algún conflicto, empezarían a disparar de inmediato".

Tras la toma, los soldados ucranianos y rusos se mezclaron entre sí, aunque los primeros luego empezaron a abandonar el lugar.

Es común que efectivos rusos instalados en, por ejemplo, la base que Moscú tiene en Sebastopol, se conozcan y convivan con sus contrapartes ucranianos.

Estos hombres -no todos, pero un número importante- no son extraños que se ven las caras por primera vez. Muchos de los militares ucranianos de mayor edad se convirtieron en soldados de ese país al disolverse la Unión Soviética.

Tal vez por eso, dice Famil Ismailov, de BBC Rusia, hay reportes de que las fuerzas rusas y prorrusas bloqueando las decenas de bases ucranianas en la península son rotadas con frecuencia, para evitar que confraternicen en exceso con los sitiados.

Puntos de vista

Hay habitantes de Crimea de origen ruso (quienes votaron en masa en el referendo del domingo pasado en el que un 97 por ciento se mostró favorable a la incorporación a la Federación Rusa) que ven con pesar lo ocurrido, aunque son minoría.

Una mujer que no dio su nombre le dijo a la BBC que teme que en el futuro la península se convierta en una enorme base militar de Rusia.

Otra mujer, Alla, con quien la BBC conversó frente a una base ucraniana, es la perfecta contracara: una persona de etnia ucraniana que apoya la intervención rusa.

Ella votó favorablemente en el referendo y es de quienes cree que son ciertas las acusaciones del Kremilin de que el nuevo gobierno de Kiev está formado por un grupo de bandidos.

Aunque está contenta por el resultado, dice que la entristece pensar que ahora su familia vive en el extranjero, en Kiev.

Pasaportes

Olga, quien estaba haciendo fila el jueves en Sebastopol en una oficina consular para conseguir un pasaporte ruso, también tiene familiares en otras partes de Ucrania, en el oeste del país.

"Ellos opinan distinto", le dijo a la agencia Reuters, "pero tratamos de no hablar de estos temas políticos, porque las relaciones de familia deben mantenerse como relaciones familiares y la política debe permanecer en la política".

Olga estaba aprovechando el incentivo que Vladimir Putin ofreció a la población de Crimea: cambiar de ciudadanía, sin importar su origen étnico.

También fue tentado por la oferta un hombre mayor, Vladimir, quien dijo: "Creo que tenemos un gran futuro con Rusia ahora y quiero que mis hijos y nietos vivan felices".

Una joven, Svetlana, coincidió: "Va a ser mejor, al menos el estándar de vida es mucho más alto en Rusia que en Ucrania".

"Estamos en Rusia. Somos ciudadanos rusos ahora, ¿para qué necesitamos pasaportes ucranianos? Los cambiaremos con placer", sentenció Inna, otra residente de la ciudad.

Pero puede que sacar el pasaporte ruso no termine siendo algo optativo: hay reportes de que los grupos que el Kremlin llama "de autodefensa de Crimea" (milicias prorrusas y en algunos casos, probablemente, efectivos militares rusos) están confiscando pasaportes ucranianos en la península.

A pesar de todo esto, todavía no se ha visto un fenómeno de migración masiva entre los civiles de origen ucraniano. La BBC estuvo en la estación central de Sebastopol y estaba tranquila, no había una muchedumbre tratando de viajar y se conseguían pasajes.

Los tártaros no confían en Rusia

Quienes están decididamente preocupados son los tártaros de Crimea, que profesan la fe musulmana, y fueron deportados en masa a lejanos rincones de la Unión Soviética por Josef Stalin durante la segunda guerra mundial, acusados de colaborar con los nazis (y regresaron a partir de la Perestroika de mediados de los '80).

No confían en Rusia. Son agricultores, y les preocupa perder sus tierras, ya que muchos no las registraron de forma apropiada al regresar a Crimea tras el exilio soviético.

El martes cientos de tártaros se reunieron en un cementerio de Simferopol, la capital crimea, para enterrar a Reshat Ametov, quien desapareció tras protestar contra la intervención rusa en la península y cuyo cuerpo fue hallado 12 días después, desnudo y con signos de tortura en un bosque cercano a la ciudad.

Su hermano, Refat, le dijo a la BBC: "Mientras buscaba a mi hermano me crucé con todo tipo de gente, rusos y ucranianos. Todos podrían ser verdaderos amigos, pero ahora hay una brecha entre ellos que podría llevar a la guerra. Y cuanto más mentiras hay en las pantallas de TV, más se agranda esa brecha".

"Uno no elige la madre patria"

Antes del referendo por la independencia de Crimea, una manifestante en una marcha proucraniana, Nina, le dijo a la BBC que no aceptaría la ocupación rusa de "suelo ucraniano".

Tenía en brazos a su bebé, envuelto en una bufanda con los colores de la bandera de Ucrania.

"Mi abuelo peleó en el Ejército Rojo (soviético) contra el fascismo", dijo, "no lo hizo para permitir que ahora vengan los fascistas rusos".

En el mismo lugar, otro manifestante, Vladimir, dijo que tanto su abuelo como su padre, él y sus hijos habían nacido en Crimea, y que todos habían jurado lealtad a Ucrania.

"Crecí en este país, Ucrania. Uno no elige la madre patria, como no elige a los padres".

Vladimir no sabía con certeza cuál sería el resultado del referendo al hablar con la BBC, aunque como todo el mundo, sospechaba que el resultado sería a favor de la independencia y llevaría a la potencial anexión por parte de Rusia.

Y ya pensaba qué hacer: "Tal vez deba irme a Kiev, o a lo mejor quedarme aquí y adaptarme de alguna forma... Mira a los tártaros, ¿a dónde irán? Esta es su tierra. Y es la mía también".

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