Carlos Vöhringer dijo que esta problemática no tiene distinción de grupos socioeconómicos.
Ejecutivo se comprometió a determinar si las máquinas son de destreza o azar.
El sicólogo director de programas clínicos de la Fundación Paréntesis, Carlos Vöhringer, aseguró que de acuerdo a la experiencia de este centro, el perfil de las personas asiduas a los juegos de las máquinas tragamonedas está marcado por el despilfarro y no presenta distinciones entre clases sociales.
"Una dificultad que no tiene distinción de grupos socioeconómicos, se puede dar en gente que tiene más acceso a recursos y que más bien invierte su plata a través de internet, en juegos de casinos de internet, o en personas con menos acceso a recursos y que más bien gastan su plata en juegos de fichas o tragamonedas que están en el barrio", explicó.
Según explicó Eugenia Carvajal, propietaria de un centro de máquinas en el paradero 25 de Gran Avenida en la comuna de El Bosque, la mayoría de sus clientes no son personas adictas y tampoco desarrollan problemas durante su estancia en el local.
"Las personas humildes que tienen ganas de ir a entretenerse, mayoritariamente en el negocio que tengo, son mujeres. No he visto ludópatas todavía, son señoras que de repente pasan, que ponen mil pesos, dos mil pesos y de repente se van con 10 o 15 mil pesos", comentó Carvajal, señalando que el conflicto de legalidad o ilegalidad de estos juegos "es una lucha de poderes".
De todos modos, la microempresaria sostuvo que es necesario que las autoridades impulsen una regulación que prohíba el acceso a menores de edad a las tragamonedas.
Actualmente, en la Comisión de Constitución del Senado está estancado un proyecto que busca solucionar los problemas de estas máquinas en las calles, por lo que el Ejecutivo se comprometió a zanjar la controversia respecto de si las tragamonedas son de destreza o de azar.
