Rusos reviven al "Abuelo Invierno" para contrapesar al Viejo Pascuero

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Autor: Cooperativa.cl

La vida del hermano ruso de Papá Noel, que entrega sus regalos en Año Nuevo, refleja estos días la complicada realidad de este país, marcada por la herencia soviética, el reflejo de los valores patrios más tradicionales y el dinero. Se llama "Ded Moroz" ("El Abuelo del Invierno"), tiene barba blanca, traje rojo y un trineo en el que reparte regalos a los niños en la noche vípera de Año Nuevo, que, con siete décadas de ateísmo soviético, reemplazó a la Navidad como la mayor fiesta de fin de año en Rusia.

Los "tatarabuelos" de "Ded Moroz" son varios dioses de la mitología eslava que representaban en la antigüedad a las severas fuerzas de la naturaleza, pero con el tiempo dieron lugar a este personaje folclórico, un anciano bondadoso y de mucho fuste. Su principal diferencia de Papa Noel, Santa Claus y otros colegas consiste en que tiene una nieta, "Snegúrochka" ("La jovencita de la nieve"), coquetuela, guapa y vestida de blanco. Viven en un palacio de nieve escondido en un bosque y sólo los grandes héroes de los cuentos de hadas pudieron encontrar su domicilio. Sin embargo, las autoridades de Veliki Ustiug, proclamaron hace tres años que esta pequeña ciudad en el norte de la Rusia europea es la patria chica de "Ded Moroz", como lo es Laponia para Santa Claus. La idea fue enseguida secundada por entusiastas que lanzaron en la prensa una campaña titulada "Ded Moroz contra Santa Claus", destinada a salvar la cultura rusa del expansionismo occidental. "Regalamos a nuestros niños las muñecas de Santa Claus, cantamos las melodías europeas y si les preguntamos del aspecto de Ded Moroz seguro que lo describirán como el Santa del anuncio publicitario de Coca-Cola", revelaba el manifiesto de la campaña. En la región de Karelia, también en el norte de Rusia, se celebran los "Juegos de los 'Ded Moroz'" donde los "Abuelos del Invierno" esquian y corren sobre tocones de árbol cubiertos de hielo. Este año "Ded Moroz" ha ganado un reconocimiento científico, con una serie de seminarios sobre este personaje celebrados en Moscú en una convención llamada "La Academia de Ded Moroz". Es más, al "Abuelo del Invierno" se le otorgó el estatus federal con la aparición de la "Fundación de Ded Moroz", presidida por la viceprimer ministra rusa Valentina Matvienko. Sólo la Iglesia Ortodoxa Rusa no ha reconocido a "Ded Moroz", pero Maximiliano, obispo de Veliki Ustiug, no descartó esta posibilidad, con la única condición de que fuese bautizado, para restarle paganismo a su simbología. Negocio turístico Mientras tanto, "Ded Moroz" ha convertido a Veliki Ustiug en un lugar de peregrinaje turístico con varios hoteles, tiendas de regalos y, por supuesto, la residencia del "Abuelo del Invierno". El propio "Ded Moroz" desea vivir en paz con sus hermanos y ya se han hecho tradicionales sus simbólicos encuentros con Santa Claus en la frontera con Finlandia. El alcalde de la capital rusa, Yuri Luzhkov, es uno de los promotores más activos de "Ded Moroz" y la ceremonia de la llegada del "Abuelo del Invierno" desde Veliki Ustiug es parte obligada de los festejos oficiales en el centro de Moscú. Sin embargo, los moscovitas pueden encargar un espectáculo privado con la participación de un "Ded Moroz" llamando a las numerosas empresas que ofrecen este tipo de servicio. El diario Izvestia reveló que este negocio pertenece a la "economía sumergida" rusa y está totalmente cerrado para la competencia. Según el rotativo, sólo un "Ded Moroz" gana para su empresa hasta 10.000 de dólares y el total volumen anual de este negocio "puede ascender en Moscú a 10.000.000 de dólares", "suma comparable con los beneficios de prostitución". "Tenemos un servicio especial, el "streap tease" de "Snegúrochka" debajo del árbol de Navidad", dijeron a EFE en una de las agencias. Un casto espectáculo para los niños cuesta 30 dólares y el pícaro "streap tease" 50, pero el 31 de diciembre los precios se multiplicarán por tres. Estos servicios están vedados, sin embargo, para la mayoría de los habitantes de Moscú, la tercera ciudad más cara del mundo para celebrar el Año nuevo, tras Tokio y Londres, según la empresa Runzheimer International. Según este estudio, un moscovita debería gastar en una fiesta hasta 90 dólares, pero los jubilados aquí cobran una pensión mensual de tan sólo 50 dólares, en los mejores casos. En numerosas localidades de la Rusia profunda los niños no recibirán la visita "en vivo" de "Ded Moroz" porque sus autoridades no pueden costear los altos emolumentos que exigen los profesionales que han convertido el símbolo invernal ruso en otro ejemplo del capitalismo salvaje que reina en este país. (EFE)