Nueva técnica busca evitar el rechazo en trasplantes con tejidos de animales
Será ensayada el próximo año en seres humanos en el Reino Unido.
Es una combinación de procesos de congelación, baños químicos y emisiones de ultrasonido.
Un grupo de científicos de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, ha desarrollado una técnica para superar uno de los principales problemas del sistema inmune del cuerpo humano: el rechazo a los trasplantes de órganos o tejidos procedentes de animales.
Esta será ensayada el próximo año en seres humanos y abre esperanzas sobre la posibilidad de disponer de abundancia de tejidos necesarios en trasplantes de órganos, tales como vasos sanguíneos, tendones, válvulas cardiacas e incluso partes de órganos como el páncreas o el hígado, que procederían de animales frente a la escasez de las donaciones de humanos.
El grave peligro de rechazo de órganos ha restringido mucho su práctica. En los casos en que se efectúa es necesario mantener medicación inmunosupresora durante todo el tiempo que permanezca en el organismo humano el tejido animal trasplantado.
Una combinación de procesos
La técnica desarrollada por los expertos utiliza una combinación de procesos sucesivos de congelación de los tejidos, baños químicos y emisiones de ultrasonido para "desnudar" el tejido animal de aquellas células, proteínas y otras moléculas biológicas que desencadenan una respuesta de rechazo por parte del sistema inmune del trasplantado.
Lo que queda del tejido original -tras ser sometido a este tratamiento de limpieza- es el esqueleto intracelular, el andamiaje externo a las células, que puede ser colonizado con células procedentes del cuerpo del propio paciente.
Esto origina un tejido que no supone riesgo de rechazo, ya que el cuerpo lo asume como propio, que además puede ser reparado y que crece junto con el resto del organismo.
En los últimos 10 años se han trasplantado a pacientes válvulas de corazón de cerdo tratadas químicamente, pero la vida de esos tejidos es limitada porque se trata de material inerte que no puede ser revitalizado por las células de la persona que es sometida al trasplante.
Tampoco consigue crecer a la par con el paciente -en el caso de ser trasplantadas a niños- por ello deben ser reemplazadas con relativa frecuencia.