Las claves para superar el estrés de fin de año
El consumo de café, tabaco y alcohol agudizan los síntomas de esta afección.
Una de las recomendaciones es no abarcar más de lo que realmente podemos cumplir.
Llegan los últimos meses del año, y no son pocas las preocupaciones y responsabilidades que se acumulan, elevando los niveles de estrés. Lo importante es saber cómo prevenirlo y determinar cuáles son los principales síntomas.
No siempre es fácil reconocer el estrés. Influye la cantidad de tensión que cada persona es capaz de tolerar, y unido a esto su edad y etapa de la vida en la que se encuentra.
"El término del año implica que puede llevarnos a reproches por lo que hemos hecho o dejado de hacer, y a una sensación de que ya no queda tiempo suficiente para repararlo", destaca Mónica Daza, psicóloga de la Universidad Andrés Bello.
En el caso de los escolares y jóvenes universitarios las principales causas se relacionan con responder adecuadamente a las exigencias académicas, y con las relaciones interpersonales.

Hábitos que agudizan los síntomas
También hay ciertas conductas que incrementan los niveles de estrés que pueden sufrir las personas, gatillando estados de presión aún más graves.
"La cafeína, el tabaco y el alcohol conducen a una sobreactivación del organismo, que aunque creemos que nos ayuda al permitirnos más tiempo de vigilia y/o una sensación transitoria de relajo; en realidad agudiza el estrés, porque lo que nuestro cuerpo y nuestra mente realmente necesitan es un descanso adecuado", explica la experta.
A esto se suma la mala alimentación, que incluso puede acarrear problemas gastrointestinales, como úlceras o estreñimiento, enfermedades que también están asociadas al estrés.
Algunos síntomas
- Estado de ánimo depresivo o fluctuante
- Ansiedad, miedo, irritabilidad, impulsividad
- Dificultad para concentrarse
- Sensación permanente de cansancio
- Insomnio
- Síntomas somáticos (dolor de cabeza, dolor de espalda, problemas gastrointestinales)
- Tensión muscular
- Deseo de huir de ciertas situaciones
- Pérdida o aumento del apetito
- Alteraciones en la piel
- Excesiva autocrítica
- Olvidos, pensamientos repetitivos
- Preocupación por el futuro
- Dificultades del habla
- Aumento del consumo de tabaco y alcohol
Cómo superarlo
- Saber qué es el estrés, para así poder detectarlo y determinar qué podría estar causándolo.
- Contar lo que sentimos y pensamos. Compartir lo que nos pasa nos ayuda a ser concientes de nuestras emociones y a diferenciar una emoción de otra. Además, si lo conversamos con la persona indicada, nos ayudará a sentirnos acogidos y protegidos.
- Tomarse un tiempo todos los días para respirar profundo, relajar la musculatura y evocar pensamientos placenteros que nos ayudan a despejar la mente de preocupaciones. Con 15 o 20 minutos es suficiente, y puede ser incluso en la ducha o antes de dormir.
- Aprender a decir que no, para no abarcar más de lo que realmente podemos cumplir.
- Organizar adecuadamente el tiempo y los horarios. Esto implica ser realistas en el tiempo que nos toma realizar cada actividad, incluir tiempos de descanso, de comidas, de traslado, etc.
- Hacer actividad física de forma regular, idealmente las actividades que más nos agradan (y no como una exigencia más).
- Mantener una dieta balanceada, rica en frutas y verduras; y horarios regulares de comida. Una buena alimentación ayuda a tener mayor concentración y mejor rendimiento.
- Tomarse unos minutos sólo para comer, y no comer mientras estudiamos o trabajamos.
- Limitar el consumo de cafeína (café, te, bebidas), grasas y azucares. Evitar fumar y eliminar la ingesta de alcohol. Evitar el uso de tranquilizantes.
- Intentar no sobre dimensionar los problemas, no olvidar que no se nos va la vida en una prueba.
- Usar la voluntad para mantener una buena actitud ante la vida: Intentar ser optimista, flexible, tolerante, etc.
- Mantener expectativas realistas tanto de uno mismo como de los demás. Esperar demasiado puede conducir a frustración.