Científicos experimentaron la sensación de intercambiar cuerpos
Los expertos pretendían dar una falsa ilusión de que uno está en una persona ajena.
El estudio se realizó con 87 voluntarios en Estocolmo, Suecia.
Neurocientíficos en el Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia, lograron que voluntarios experimentaran la sensación de intercambiar el cuerpo con un maniquí y con una persona real.
"Estrecharse la propia mano es una experiencia extracorporal de lo más divertida. Pero la ilusión de que a uno le hagan un tajo en el estómago con un cuchillo de cocina ya no resulta tan agradable", afirmaron los voluntarios.
Ambas sensaciones fueron percibidas como reales por la mayoría de los sujetos en un proyecto científico sueco que exploró de qué modo se puede dar la falsa impresión de que uno está en un cuerpo ajeno.
"Nos interesaba un interrogante clásico que filósofos y sicólogos han discutido durante siglos: por qué creemos que el yo está dentro de nuestros cuerpos", explicó el líder del proyecto Henrik Ehrsson.
"Para estudiar esto científicamente apelamos a trucos, ilusiones perceptuales", agrega.
En el estudio, publicados en PLoS One, en el que participaron 87 voluntarios, consistió en varias sesiones que gradualmente fueron proporcionando datos más precisos.
La experiencia
En un primer experimento, las antiparras estaban conectadas con cámaras ajustadas a la cabeza de un maniquí, mirando a sus pies.
Según relata uno de los voluntarios, "por el visor se vi una imagen granulosa del torso plástico de la figura. Recliné la cabeza para crear la sensación de que estaba mirando mis propios pies".
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| En la imagen se aprecia el experimento entre voluntarios y el maniquí. |
"En ese momento no me pareció muy real. Pero cuando uno de los científicos rozó simultáneamente con marcadores mi vientre y el del maniquí, el efecto empezó a hacerse sentir. A medida que mi cerebro procesaba las señales visuales y táctiles, tuve la impresión de que el cuerpo del maniquí era el mío propio", agrega.
El voluntario cuente que resultó divertido hasta que la hoja reluciente de un cuchillo de cocina entró en su campo visual. Valeria Petkova, la otra científica, tajeó el estómago del maniquí, lo que le provocó un escalofrío y una aceleración de su pulso.
"Mi nivel de estrés quedó bien ilustrado por un alza en un diagrama de computadora que me mostraron después del experimento", afirmó el joven voluntario.
"Aproximadamente del 70 por ciento al 80 por ciento de la gente experimenta la ilusión con gran intensidad", dijo Petkova.
