Chile podría exportar al mundo los atrapanieblas
El producto resuelve el problema más grave en el desierto: la escasez de agua.
Desde lejos parecen letreros camineros. Pero, mirándolos de cerca, los atrapanieblas son ingeniosas construcciones conformadas en sus extremos por dos palos de eucaliptos de seis metros de altura y en su centro por una malla de invernadero (hecha de polietileno), que surgen en los lugares más inesperados de algunas caletas, cerros y bordes costeros del norte chileno y que están resolviendo de a poco el problema más grave en el desierto: la escasez de agua.
Su presencia en el paisaje nortino se vuelve cada vez más frecuente. De noche, los envuelve la niebla que avanza desde la costa (camanchaca para los habitantes del norte chileno, niebla de advección para los científicos), y que se origina en las nubes que hay sobre el Pacífico Sur-oriental.
Al amanecer, cuando la niebla se retira, reaparece la silueta de los atrapanieblas, pero con una novedad: las gotas de esta "agua nueva" han sido capturadas por las mallas y son conducidas a través de una canaleta hasta una cañería, para ser destinadas a riego o a consumo de los pobladores, según sea el caso.
Las mallas más utilizadas son las de polietileno del tipo Raschel, fabricadas en Chile, que se venden por rollo.
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| Los atrapaniebla en el Norte del país. |
Científicos en acción
Pilar Cereceda, directora del Centro del Desierto de Atacama, ha impulsado proyectos como la instalación de atrapanieblas en Alto Patache, localidad ubicada a 700 metros de altura en la región de Tarapacá, en el extremo norte de Chile (llamado Norte Grande).
Según contó la experta a la cadena británica BBC, se trata de una gran idea, no ha sido fácil masificarla. En parte porque cuesta organizar a pescadores y pequeños mineros (pirquineros) para que hagan el mantenimiento de los equipos.
Pasó en Chungungo, 60 kilómetros al norte de la ciudad de La Serena, donde gracias al apoyo del gobierno canadiense y de otras instituciones, entre ellas la Universidad Católica, la caleta alcanzó a tener 100 atrapanieblas, que abastecieron de agua a 100 casas, pero luego los equipos quedaron abandonados, tras la incorporación de una planta desalinizadora de agua marina.
"Les encanta la tecnología, pero alguien tiene que hacerlo. Y alguien tiene que mantenerlo", señala Pilar Cereceda.
Otras veces los pobladores no tienen los recursos necesarios para pagar la inversión inicial.
El gobierno, hace pocos meses, definió una Iniciativa Nacional de Eficiencia Hídrica que, a través del Ministerio de Obras Públicas, permitiría fomentar este tipo de proyectos.
En tanto, los científicos de otros países también demuestran interés. La Cuarta Conferencia Internacional de Niebla, realizada en Chile en 2007, congregó a más de cien investigadores de todo el mundo.
La próxima tendrá lugar en Alemania, en 2010. Ahí podría concretarse la exportación de los atrapanieblas.
