La Guerra de los Seis Días que abrió 50 años de ocupación israelí en Palestina

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Autor: Cooperativa.cl

El próximo 5 de junio se cumple medio siglo del conflicto bélico que enfrentó a Israel con Egipto, Jordania y Siria.

Sus ecos llegan con fuerza hasta el día de hoy y se expresan en el escenario geopolítico de Medio Oriente y la presencia de casi 600 mil colonos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este.

 EFE

La Organización de las Naciones Unidas considera oficialmente a Israel como una "potencia ocupante" en las tierras palestinas.

El próximo 5 de junio se cumple medio siglo desde que Israel lanzó una serie de concisos ataques contra Egipto, Jordania y Siria, que desencadenaron la Guerra de los Seis Días y la ocupación de Jerusalén Este, Cisjordania, Gaza, los Altos del Golán y el Sinaí egipcio, un escenario que ha marcado hasta el día de hoy a la región.

El Estado de Israel se originó con el plan de partición de la ONU de 1947, que le concedía el 55 por ciento de la Palestina histórica, una propuesta que rechazaron sus vecinos árabes, que le declararon la guerra tras su nacimiento en 1948.

Dos décadas más tarde, la animadversión se mantenía y en mayo de 1967 el presidente egipcio, Gamal Abdel Naser, solicitó a la ONU que se retirara de la Península del Sinaí, fronteriza con Israel, y donde tropas internacionales estaban desplegadas desde la Guerra de Suez de 1956, y cerró el paso por el estrecho de Tirán.

En una creciente tensión, Naser apostó a miles de sus soldados en la zona limítrofe, lo que despertó la alarma de Israel, que el 5 de junio lanzó un rápido ataque que tomó por sorpresa al Ejército egipcio, incapaz de reaccionar y que perdió en cuestión de horas parte del Sinaí y Gaza, bajo su control.

Tras el revés militar, Naser involucró a Siria y Jordania asegurando que vencerían al Estado judío, algo que no ocurrió y dio lugar a una derrota a la que siguió la ocupación de territorio sirio, palestino -entonces controlado por Egipto y Jordania- y parte del Sinaí, devuelto con un acuerdo de 1979, que convirtió a Egipto en el primer país árabe en firmar la paz con Israel.

"Nueva identidad judía"

"Dos semanas después de la guerra me enviaron a los territorios. Allí empezaba a germinar todo un nuevo movimiento de la derecha israelí, creando una identidad judía nueva, centrada en la biblia, en los mandamientos, en establecerse en la tierra", cuenta a la agencia EFE Itzhak Schnell, profesor de geografía política en la Universidad de Tel Aviv y joven soldado en la contienda.

Esta nueva identidad, señala, "era antagonista no sólo a los árabes sino al resto del mundo, porque cuando Occidente hablaba sobre los derechos humanos, no podías formar parte de eso siendo un ocupante".

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El presidente egipcio Gamal Abdel Naser tuvo un rol clave en el estallido de la guerra. Promovía el "nacionalismo como proyecto panárabe". (Foto: EFE)

Colonización israelí

Desde entonces, Israel ha mantenido esta política de expansión sobre los territorios ocupados, en los que desplegó sus fuerzas militares e incentivó la construcción de asentamientos para desplazar a sus civiles a estas nuevas colonias, contrarias al derecho internacional.

En el Golán sirio residen 23.000 israelíes, a los que se suman otros 385.000 en 228 colonias en Cisjordania y los 200.000 colonos de Jerusalén Este, territorio que los palestinos reclaman como la capital de su Estado, según datos de la ONG israelí Shalom Ajshav (Paz Ahora).

La percepción de la guerra y sus efectos sigue estando hoy a debate en la sociedad israelí, explicó a EFE el profesor de Estudios Islámicos y Medio Oriente de la Universidad Hebrea, Elie Podeh.

"Cómo interpretas el conflicto, si como una liberación o una ocupación, ha causado muchos problemas", una visión que divide a la sociedad israelí en dos "escuelas" de pensamiento, explica.

Están, de un lado, "los que defienden la presencia israelí sobre los territorios ocupados por su pertenencia al pueblo judío y están ideológicamente comprometidos con el Gran Israel" y, del otro, "quienes se ven como una potencia colonial que ocupa la tierra de otra gente y se debería retirar", expone.

Para Podeh, uno de los mayores logros de Israel en esa guerra fue hacerse con el reconocimiento árabe y con un lugar dentro de la región, donde no era bienvenido, porque "se dieron cuenta de que no podían vencerlo".

"Pasó en el 79 para Egipto, en el 93 con los palestinos con los Acuerdos de Oslo, en el 94 con (la firma de la paz con) Jordania y con las relaciones ocultas que hay con los países del Golfo", analiza.

Mentalidad en conflicto

Mujaimer abu Saada, palestino y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Al Azhar (Cairo) considera que la guerra del 67 "para los palestinos no fue tan mala como la del 48, la Nakba (catástrofe, en árabe), pero fue un duro golpe al que llamamos Naksa (revés). Fue duro ver a tres ejércitos árabes derrotados por Israel".

La guerra "fue catastrófica para los refugiados, algunos incluso lo fueron por segunda vez en menos de veinte años. Ahora, 50 años después, la ocupación continúa y el conflicto también, y seguirá hasta que se firme la paz. Los palestinos hemos hecho muchas, muchas concesiones en términos de fronteras y entrega de tierra", señala.

Para Schnell, medio siglo después, "los dos lados están muy dentro del conflicto, desarrollando toda una mentalidad que no es sino otra forma de continuarlo".

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La comunidad internacional apuesta hace años por una solución de dos estados, pero ésta aún no se concreta. (Foto: EFE)

Entierro del nacionalismo árabe

Los casi seis días que duró la Guerra de 1967 fueron suficientes para enterrar en la arena del Sinaí el proyecto del nacionalismo árabe auspiciado por el presidente egipcio Gamal Abdel Naser, con un reequilibrio de fuerzas en la región que se decantó hacia las monarquías del Golfo.

La aplastante victoria de Israel mostró "los cálculos erróneos de los dirigentes egipcios y de Abdel Naser", dice el experto del Centro Al Ahram de Estudios Políticos y Estratégicos, Mohamed Gomaa.

"Egipto no estaba en absoluto preparado para la guerra y ocurrió lo que ya todos saben, lo que tuvo grandes consecuencias tanto en los equilibrios en la región, como en la caída del proyecto naserista y lo que muchos llamaban el régimen revolucionario de Naser", dice Gomaa a EFE.

La arrebatadora personalidad de Abdel Naser, que se hizo con la presidencia egipcia en 1954, tras el golpe de Estado militar de 1952 contra la monarquía gobernante, había inspirado a numerosos líderes e intelectuales árabes y les había insuflado el sueño de una gran nación árabe unida bajo el liderazgo de Egipto, ideas que polarizaron la región entre "los llamados regímenes revolucionarios progresistas y las monarquías conservadoras" que miraban con recelo y temor a los naseristas, tal y como apunta Gomaa, que señala también la existencia de otros conflictos interárabes en aquella época.

Pero la Guerra de los Seis Días, que Tel Aviv lanzó el 5 de junio después de que Naser desplegara a su Ejército en la península del Sinaí, cerrara el estrecho de Tirán y forzara la retirada de los cascos azules interpuestos entre Egipto e Israel puso fin, para siempre, a la situación imperante.

"El nacionalismo árabe como un proyecto panárabe, con una base fuerte, recibió un golpe fatal en 1967 y comenzó a perder su brillo", explica a EFE Jawad Hamad, director del Centro de Estudios de Oriente Medio de Ammán, en Jordania, para quien el pueblo árabe dejó también de confiar en la capacidad de los Estados Árabes de enfrentarse con éxito a Israel para recuperar los territorios perdidos durante la guerra.

Consecuencia directa de esta pérdida de confianza fue la emancipación del movimiento de liberación palestino y su progresiva desvinculación de la tutela árabe. Gomaa también destaca el reequilibrio de fuerzas en favor de "los petrodólares" en referencia a los Estados del golfo Pérsico y cómo, la derrota del 67, ayudó también a un cambio del discurso político, que comenzó a armarse de una retórica cada vez más religiosa.

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La ONU señala a los asentamientos judíos en los territorios ocupados como uno de los principales escollos para alcanzar la paz. (Foto: EFE)

"El fin del proyecto naserista favoreció el clima para la aparición de los petrodólares, lo que constituyó una importante base del fermento que condujo al aumento del islam político", subraya el experto egipcio. Esta corriente política se vio reforzada, posteriormente, con la derrota soviética en la guerra de Afganistán en los años 80, así como con el triunfo de la revolución islámica iraní en 1979.

No obstante, Gomaa insiste en que, a pesar de que la Guerra del 67 es una de las principales causas que han conducido a la situación que se vive en la actualidad en la región, hay otros factores igual de importantes, entre los que cita la invasión estadounidense de Irak de 2003 o la Primavera Árabe de 2011.

Muchas críticas y pocas respuestas en la ONU

La ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel es objetivo desde hace décadas de duras críticas en la Organización de las Naciones Unidas, pero las acciones para cambiar esa realidad han sido muy limitadas.

La ONU considera oficialmente a Israel una "potencia ocupante" en las tierras palestinas e insiste en que no reconocerá ningún cambio a las fronteras vigentes el 4 de junio de 1967 -la víspera del inicio de la Guerra de los Seis Días- a menos que sea acordado por las dos partes.

Esa doctrina la reiteró una vez más, en diciembre, el Consejo de Seguridad, en una resolución en la que exigió a las autoridades israelíes el fin de las actividades de asentamiento en territorios palestinos. Sin embargo, ese texto -considerado histórico después de años de silencio del Consejo- no ha supuesto cambio alguno sobre el terreno.

Al contrario, Israel aumentó los anuncios sobre nuevos proyectos de construcción a modo de respuesta y, a pesar de ello, no hay ninguna indicación de que el país vaya a sufrir consecuencias por desoír al máximo órgano de la ONU.

Estados Unidos, uno de los cinco miembros con capacidad de veto en el Consejo de Seguridad, ha protegido tradicionalmente a Israel en Naciones Unidas. Tras un distanciamiento durante el mandato de Barack Obama -que permitió aprobar con su abstención la resolución del pasado diciembre, enfureciendo al Gobierno israelí-, la Administración de Donald Trump ha vuelto a alinearse claramente con su socio en la ONU.

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"¿Qué libertad tenemos?. Cruzas un puesto de control militar y sufres la humillación y los insultos", dicen representantes palestinos. (Foto: EFE)

De hecho, la enviada de Trump a Naciones Unidas, Nikki Haley, ha convertido en una de sus grandes prioridades acabar con la política "anti-Israel" que a su juicio impera en la ONU. Aunque la organización no ha hecho mucho para forzar a Israel a poner fin a la ocupación, lo cierto es que ésta ha acorralado en cierta medida al país en Naciones Unidas.

Lo ha hecho, al menos, en aquellos órganos que, a diferencia del Consejo de Seguridad, no están maniatados por la postura de Washington, como la Asamblea General o el Consejo de Derechos Humanos. En ambos las políticas israelíes son condenadas de manera regular. La Asamblea, además, concedió en 2012 a Palestina el estatus de "Estado observador no miembro", el mismo del que disfruta El Vaticano.

Desde 2015, la bandera palestina ondea en la sede de la ONU y los palestinos son actualmente miembros de algunos órganos como la Unesco.

Israel acusa "obsesión" en su contra

En respuesta a todo ello, Israel denuncia insistentemente que la ONU es parcial y tiene una obsesión en su contra: "Ha llegado el momento de finalmente acabar con la atención obsesiva sobre Israel. Ha llegado el momento de que el Estado judío deje de ser cabeza de turco por cada guerra y conflicto en nuestra región", dijo en su intervención más reciente ante el Consejo de Seguridad el embajador israelí, Danny Danon.

El Gobierno de Israel insiste además en que la organización internacional no imponer una solución al conflicto y defiende que ésta sólo puede llegar con negociaciones directas entre las dos partes. Los palestinos, en cambio, quieren que la comunidad internacional asuma su responsabilidad y actúe para acabar con la ocupación.

"Deben hacerse demandas para que Israel, la potencia ocupante, respete sus obligaciones legales y cumpla con las resoluciones relevantes de Naciones Unidas", señaló la misión palestina en una misiva al Consejo de Seguridad la semana pasada, que sigue a otras 612 cartas enviadas a la ONU sobre la crisis en los territorios ocupados.

Cuando se cumple medio siglo del comienzo de esa situación, el Consejo de Seguridad volverá a analizar en junio la cuestión, tal y como hace todos los meses. Y como ya es tradición, alertará de la gravedad del conflicto, los Estados miembros reiterarán sus posturas y pocas cosas cambiarán.

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Hay sectores judíos que defienden la presencia israelí en los territorios ocupados, otros consideran que se debería retirar. (Foto: EFE)

"La ocupación más larga de la historia moderna"

Los palestinos residentes en los territorios ocupados aseguran que su situación se ha ido deteriorando con los años, bajo un régimen militar y policial.

"Israel ha utilizado estos 50 años para quedarse con todo nuestro territorio y destruir la solución de dos estados. Está acabada", dice a EFE Ziad Hamouri, abogado y director del Centro de Jerusalén para los derechos Legales, Sociales y Económicos.

Los palestinos aceptaron en los Acuerdos de Oslo (1993) construir su Estado en solo el 22 por ciento de la Palestina histórica, recuerda, y añade que ahora Israel no les daría "ni siquiera un 12 por ciento", por lo que ve imposible el establecimiento de un Estado palestino.

"Es la ocupación más larga de la historia moderna", señala Ishaq Albuderi, de 72 años y director de la Sociedad de Estudios Árabes, un centro de documentación e investigación establecido en 1980.

"La guerra empezó el 5 de junio y en tres días las tropas israelíes entraban en la Ciudad Vieja", donde él vivía, "y el Ejército jordano abandonó el territorio. Desde entonces vivimos bajo ocupación. Israel se anexionó Jerusalén Este y empezó a aplicar sus leyes y a cambiarlo todo: el sistema educativo, legal, económico. Desde el primer día trataron de 'judaizar' la ciudad", agrega.

"Empezaron a cambiar la identidad de la ciudad y a construir asentamientos judíos" en Jerusalén Este, en Cisjordania y, más tarde, en la Franja de Gaza.

Israel abandonó unilateralmente las colonias de Gaza en 2005, pero las de Jerusalén Oriental y Cisjordania continúan y en ellas residen cerca de 600 mil colonos (según la ONG Paz Ahora), a los que se suman a otros 23.000 en el Golán sirio, también ocupado.

"No tienes libertad"

La ONU ve los asentamientos como uno de los principales escollos para alcanzar la paz, aunque Israel lo niega y recuerda que abandonar Gaza sirvió para aumentar la violencia contra su estado.

En Cisjordania la ocupación es gestionada por un organismo militar, que controla la seguridad y también los asuntos civiles en buena parte del territorio (el 60 por ciento de la llamada Área C), mientras que en Jerusalén no hay tropas porque Israel se anexionó el este de la ciudad en 1980 -una decisión no reconocida por la comunidad internacional- y la considera territorio soberano.

Las consecuencias de la ocupación toman mil formas, pero el común denominador es que la población se siente gobernada por unas autoridades que no son las suyas y que, además, considera enemigas.

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La relación de los palestinos con las fuerzas coloniales es motivo de permanente tensión y episodios de violencia. (Foto: EFE)

"Israel derriba casas palestinas casi cada semana, no da permisos de construcción a los árabes. En Jerusalén han cambiado por nombres judíos los nombres de las calles, que llevaban cientos de años, y nos prohíben usar nuestra bandera. Echan a la gente para poner asentamientos. Ocupación significa que no tienes libertad, pueden llevarte a prisión cuando quieran, pueden cambiar tu vida de un día a otro, controlan todo lo que te afecta", explica Ishaq Albuderi, advirtiendo que la situación alimenta el odio hacia el ocupante y no cesará hasta que haya paz.

Otra consecuencia de la ocupación ha sido la progresiva separación de las poblaciones palestinas en Gaza, Jerusalén y Cisjordania, pra las cuales es cada vez más difícil encontrarse, especialmente con la Franja bajo bloqueo, y los impedimentos para que jerosolimitanos puedan llevar a sus cónyuges a la ciudad si se casan con un cisjordano, en territorio adyacente.

El muro que Israel construye en Cisjordania ha agravado los problemas de movilidad y ha confiscado tierras palestinas o dejado a propietarios separados de ellas.

"¿Qué libertad tenemos?. Cuando cruzas un puesto de control militar y sufres la humillación y los insultos; que te dejen tres o cuatro horas esperando sin motivo, entonces comprendes lo que es la libertad de movimiento", se queja Ziad Hamouri.

Según él, la ocupación se ha centrado en dos aspectos: "Tomar el control de la tierra y solucionar lo que Israel llama el problema demográfico", es decir, lograr una mayoría judía en lo que los sectores más extremos llaman el Gran Israel, toda la tierra entre el Mediterráneo y el río Jordán.

"Hoy los palestinos viven en islas rodeadas de asentamientos: han logrado judaizar y controlar muchas tierras", denuncia el abogado.

La comunidad internacional es tajante en su condena y en su apoyo a la solución de dos estados, con la línea de armisticio de 1949 (que hizo de frontera hasta 1967) como base. Pero las negociaciones no han dado frutos en dos décadas y los palestinos se sienten abandonados por un mundo que, creen, no ha hecho lo suficiente para librarlos de una ocupación que dura ya medio siglo.

El factor Estados Unidos

La arrolladora conquista de territorio por Israel en 1967 sentó las bases de la difícil tarea de mediación, a la que se sentirían llamados casi todos los presidentes estadounidenses desde entonces, sobre la base de un concepto de "tierra a cambio de paz" que apenas ha dado frutos hasta ahora.

En plena escalada de la guerra de Vietnam -y confiado en la capacidad militar de Israel- Estados Unidos no intervino en la Guerra de los Seis Días, pero siguió todos los detalles. Para el entonces presidente Lyndon Johnson (1963-1969), la contienda que enfrentó a Israel con Egipto, Siria y Jordania "era una gran prioridad, porque tenía consecuencias para la Guerra Fría", explicó a EFE el historiador Mark K. Updegrove, ex director de la Biblioteca Presidencial de Johnson.

"Indirectamente, los estadounidenses (que respaldaban a Israel) se estaban enfrentando contra los soviéticos, que se habían alineado con Egipto y Siria", explica Updegrove, que recuerda que Johnson "sentía gran afinidad por el pueblo judío", pero también "era muy consciente del desgaste que suponía la guerra de Vietnam, y no quería implicarse en otro conflicto".

La CIA le garantizó que el músculo militar israelí superaría la guerra rápidamente y sin ayuda, y varios asesores de Johnson concluyeron que "lo mejor para los intereses estadounidenses era que Israel actuara solo", según la oficina del historiador del Departamento de Estado.

Días después del alto el fuego, Johnson opinó en un discurso que la ONU u "otras partes" debían mediar entre Israel, Egipto y Siria. Su Gobierno no llegó a asumir esa labor, pero sí lo hizo su sucesor, Richard Nixon (1969-1974), y poco a poco, Estados Unidos se fue convirtiendo en intermediario entre israelíes y palestinos.

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La relación de Estados Unidos con Israel se enfrió durante la administración Obama. Donald Trump ha optado por restablecerla. (Foto: EFE)

El Gobierno estadounidense comenzó a ver al israelí como una potencia regional y eso reforzó su relación, que llegó a su punto álgido en la guerra de 1973, cuando Nixon se involucró militarmente con el envío aéreo a Israel de armas y munición.

"La Guerra de los Seis Días comenzó a forjar la relación especial entre Estados Unidos e Israel, pero el avance fundamental no llegó hasta 1973", dijo a EFE Aaron David Miller, un experto en Oriente Próximo que asesoró al Gobierno de Bill Clinton (1993-2001) en sus intentos de mediación entre israelíes y palestinos.

Aún así, la guerra del 67 fue trascendental en el sentido de que "la adquisición de un mayor territorio por parte de Israel, que podía usarse como pieza de cambio en negociaciones, creó en teoría la posibilidad de un proceso de paz árabe-israelí", indica Miller.

La idea de "tierra a cambio de paz" ha sido una constante en las negociaciones desde entonces, "pero solo se ha implementado con éxito en una ocasión": en los acuerdos de Camp David en 1978, cuando Israel devolvió a Egipto la península del Sinaí, puntualiza el experto.

Fechas claves en busca de una solución

29 marzo 1979: Israel y Egipto firman los Acuerdos bilaterales de paz de Camp David, por la que el primero devolvió el Sinaí al segundo.

9 diciembre 1987: Estalla la primera "Intifada" palestina o revuelta de las piedras contra la ocupación israelí.

31 julio 1988: El rey Husein de Jordania renuncia a los lazos jurídicos y administrativos que mantenía con Cisjordania.

15 noviembre 1988: El líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yaser Arafat, proclama el nacimiento del nuevo Estado palestino y reconoce la existencia de Israel, aunque no de forma explícita.

31 octubre al 3 noviembre 1991: Conferencia de paz de Madrid patrocinada por EEUU y la antigua URSS, sobre la base de las resoluciones 242 (1967) de la ONU, que exige la retirada israelí de los territorios ocupados y el derecho de Israel a vivir en paz.

13 septiembre 1993: Firma de los Acuerdos de Oslo, que supuso la creación -de forma interina- de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con el objetivo de negociar un acuerdo permanente en el plazo de cinco años, una misión fracasada.

Los radicales de ambos lados torpedearon el proceso con la masacre de Hebrón (1994), el asesinato de Isaac Rabin (1995), los atentados suicidas islamistas (1994-1996) y la progresiva expansión de asentamientos judíos en el territorio ocupado.

11 y 25 de julio de 2000: Se celebra la Cumbre de Camp David II bajo los auspicios del entonces presidente de EEUU, Bill Clinton. La oferta que el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, hizo a los palestinos para poner fin al conflicto fue insuficiente para Arafat, siendo una de las discrepancias fundamentales el reparto de Jerusalén y el regreso de los refugiados.

28 septiembre de 2000: Estalla la Segunda Intifada o Intifada de Al Aqsa, más violenta que la primera, tras la polémica visita del entonces líder de la oposición israelí, Ariel Sharón, a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén.

2001: Se celebran las conversaciones de Taba (Egipto) en un último esfuerzo por lograr un entendimiento entre palestinos e israelíes sin éxito.

El diálogo no se retomaría hasta mediados de 2005, meses después de la muerte de Arafat y la elección de Mahmud Abás como nuevo presidente palestino.

Marzo de 2002: La Liga Árabe estableció en la cumbre de Beirut de 2002 el Plan de Paz saudí. Ofrecía el reconocimiento árabe del Estado de Israel a cambio de su retirada de todos los territorios árabes ocupados en 1967.

2003: Lanzamiento de la "Hoja de Ruta" para cumplir por etapas mediante una serie de obligaciones por israelíes y palestinos.

2005: Se produjo la retirada israelí de Gaza o "Plan de Desconexión" promovida por Ariel Sharón y consistente en la evacuación unilateral, pero mantuvo la matriz de la ocupación.

2007-2008: El proceso de Annapolis duró un año de negociaciones y se vio suspendido por el lanzamiento por Hamás de más de cien cohetes en una semana desde Gaza contra Israel, y la posterior ofensiva militar israelí "Plomo Fundido".

Mayo y agosto 2010: Con el presidente estadounidense Barack Obama hubo negociaciones directas entre ambas partes, pero sin frutos.

1 mayo 2017: El movimiento islamista Hamas dejó de pedir la destrucción de Israel y aceptó la creación de un Estado palestino en las fronteras de 1967, con Jerusalén Este como capital.