Columna de Aldo Schiappacasse: García Márquez y su fantástico encuentro con el fútbol

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Autor: Cooperativa.cl

El escritor, en el auge de la Selección Colombia de Valderrama, apostó un auto al éxito del equipo.

"Y entonces resolví asistir al estadio. Como era un encuentro más sonado que todos los anteriores, tuve que irme temprano. Confieso que nunca en mi vida he llegado tan temprano a ninguna parte y que de ninguna tampoco he salido tan agotado. Alfonso y Germán no tomaron nunca la iniciativa de convertirme a esa religión dominical del fútbol, con todo y que ellos debieron sospechar que alguna vez me iba a convertir en ese energúmeno, limpio de cualquier barniz que pueda ser considerado como el último rastro de civilización, que fui ayer en las graderías del municipal. El primer instante de lucidez en que caí en la cuenta de que estaba convertido en un hincha intempestivo, fue cuando advertí que durante toda mi vida había tenido algo de que muchas veces me había ufanado y que ayer me estorbaba de una manera inaceptable: el sentido del ridículo".

Gabriel García Márquez, el genio colombiano que hace 50 años publicó "Cien Años de Soledad", explicó así su primer encuentro con el fútbol. Fue en un texto que tituló "El juramento" y que fue incluido en su libro "Textos costeños", de sus años periodísticos en Barranquilla. La verdad es que no hay muchos rastros de su relación con el fútbol. Este escrito data de 1950 y narra el encuentro entre el Junior y el Independiente de Medellín. En el primer equipo militaba el delantero brasileño Heleno, un genio irascible y polémico que murió años después de sífilis. García Márquez lo describe así:

"Por otra parte, si los jugadores del Junior no hubieran sido ciertamente jugadores sino escritores, me parece que el maestro Heleno habría sido un extraordinario autor de novelas policíacas. Su sentido del cálculo, sus reposados movimientos de investigador y finalmente sus desenlaces rápidos y sorpresivos le otorgan suficientes méritos para ser el creador de un nuevo detective para la novelística de policía".

También elogió a Di Stefano, que jugaba por el rival. Y después de esa aproximación al fútbol, poco más se supo. Alguna vez, en el auge de la Selección Colombia de Valderrama, apostó un auto al éxito del equipo, que se fue eliminado en primera ronda, sin que se supiera si lo pagó.

Su testamento futbolero, en todo caso, es notable: "No creo haber perdido nada con este irrevocable ingreso que hoy hago -públicamente- a la santa hermandad de los hinchas. Lo único que deseo, ahora, es convertir a alguien. Y creo que va a ser a mi distinguido amigo, el doctor Adalberto Reyes, a quien voy a convidar a las graderías del Municipal en el primer partido de la segunda vuelta, con el propósito de que no siga siendo -desde el punto de vista deportivo- la oveja descarriada".