Serán los Panamericanos que dieron más medallas de oro que Guadalajara 2011, pero menos número de preseas que aquella edición de los juegos.
Terminaron los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y con ello la expedición de 305 chilenos que buscaron el éxito en sus respectivas disciplinas. En ese camino se recogieron 29 medallas: 5 de oro, 6 de plata y 18 de bronce.
Con respecto a Guadalajara 2011 se ganaron catorce preseas menos, pero dos más doradas. Todo esto, nos dejará varios recuerdos.
Primero, el oro de Bárbara Riveros. Porque había logrado plata en los juegos anteriores y ahora se superó. Es más, las dos preseas del triatlón chileno en esta competencia, son de ella.
Segundo, los récords de Isidora Jiménez. No logró medallas, pero su rapidez le permitió batir las marcas nacionales en 100 y 200 metros planos. Y en la segunda categoría clasificó al Mundial de Beijing y a los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Tercero, los saltos de Felipe Miranda. Fue oro y bronce en el esquí náutico y la presea dorada fue la primera de este deporte para Chile en Panamericanos. A ello debemos sumar la plata de su hermano Rodrigo en la misma disciplina. Pocos lo saben pero ellos comenzaron a entrenar gracias a una laguna artificial que construyó su padre en la casa: 680 metros de largo y 85 de ancho. Una locura que ha dado resultados.
Cuarto, la plata de Kristel Kobrich en natación 800 metros. Ya había logrado oro en 2011 y bronce en 2003, con lo que ganó los “tres colores” panamericanos, y ojo, todas las preseas del nado en la historia de esta competencia fueron ganadas por ella.
Quinto, el bronce de Víctor Aravena en los 5000 metros planos. Ver correr a ese hombre en los últimos 100 metros, dándolo todo, fue una muestra de esfuerzo, sacrificio, y para mí, un ícono del deportista que bajo el anonimato para muchos logra un objetivo. Ahora seguro llegará alguien a apoyarlo, pero lo ideal es que hubiera sido antes, cuando se preparó para Toronto. Al igual que los otros deportistas.
Sexto, el oro de Nicolás Jarry y Hans Podlipnik en el tenis dobles. Desde Chicago 1959, cuando Luis Ayala ganó la presea dorada en el singles, que no había una igual en ese deporte para Chile. Se logró y se agradece.
Séptimo, la cosecha nula del ciclismo. Ninguna medalla obtuvo la tercera disciplina chilena más exitosa en Panamericanos tras el Atletismo y la Equitación. Hay que remontarse hasta Indianápolis 1987 para encontrar unos juegos sin preseas para este deporte. Alguna autocrítica tendrá que hacer la federación, para un deporte que nos tenía malacostumbrados.
Octavo, el oro de Emanuelle Silva en los 200 metros contrarreloj del patinaje en velocidad. Un desempeño perfecto para un deportista que venía de lograr plata en los 300 metros en Guadalajara 2011. Siempre será meritorio ver un compatriota que se supera juego a juego.
Noveno, el oro de Felipe Leal y Oscar Vásquez en el remo 2.000 metros par. Al igual que el esquí náutico, este deporte logró las medallas de los “tres colores” en Toronto 2015. Y eso sin duda es por el desarrollo de un deporte en Chile que ya lleva cinco Panamericanos seguidos logrando preseas.
La plata fue obra de Antonia y Melita Abraham en los remos largos y los bronces fueron dos: Soraya Jadue en el remo par de remos cortos y el grupo de Fabián Oyarzún, Luis Saumann, Felipe Cárdenas y Bernardo Guerrero en cuatro remos peso ligero.
Décimo, los que nos dejaron con gusto a poco. Felipe Aguilar logró bronce en golf, lo mismo María José Moya en el patinaje en velocidad. Esperábamos el oro en estas disciplinas, pero otros fueron mejores. Lo importante es que esta experiencia sirva para cuando volvamos a luchar en cuatro años más.
Y undécimo, para la reflexión, las palabras del maratonista Roberto Echeverría sobre el doping no negativo que le encontraron a su colega Christopher Guajardo. “Yo te digo, estuve un mes en Estados Unidos con ellos, donde veían cada cosa que tomaban y que inventaban. ¿A costa de qué? La imagen que proyectan al pueblo... Así que estoy feliz de que los pillaron". Si vamos a luchar, que sea en buena lid, en todo ámbito de la vida. Nos vemos en Lima 2019.
