El presidente de Rusia, Vladímir Putin, subrayó este martes la necesidad de terminar con "el baño de sangre" en Siria para poder entablar un proceso de paz y reconciliación. Sin embargo, no descartó seguir proporcionando armas al régimen de Bachar al Asad.
Si Rusia "concluye contratos de ese tipo, los cumpliremos", dijo Putin en la conferencia de prensa final de la cumbre del G8, que reunió a los líderes de Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Rusia, Alemania, Francia, Canadá e Italia entre ayer y hoy en Lough Erne, en Irlanda del Norte, bajo presidencia británica.
Putin marcó de nuevo las divergencias de Rusia con Estados Unidos y el Reino Unido frente al conflicto sirio. Mencionó que este último país "ha sufrido recientemente una gran pérdida, una tragedia en las calles de Londres", en alusión a la muerte de un militar británico a manos de extremistas islámicos.
"Aunque está claro que la oposición (siria) no está integrada por gente así, muchos de ellos son exactamente iguales a quienes perpetraron el asesinato" en la capital británica, advirtió el líder ruso.
"Si los armamos, ¿quién va a controlar y verificar quién tiene las armas?", dijo Putin, que pidió a los países partidarios de armar a los rebeldes sirios "pensarlo muy bien antes de dar ese paso".
Según el dirigente ruso, "todos los grupos étnicos y religiosos" de Siria deben tener su sitio en un futuro de paz, con lo que dejó entrever su oposición a la desaparición total del régimen de Bachar Al Asad, tal y como desea Occidente.
No hay consenso
El presidente de Rusia, que reconoció sus divergencias con Estados Unidos y la Unión Europea, también insistió en la necesidad de "encontrar puntos en común" para acabar con el conflicto en Siria, que en dos años ha causado la muerte de 93.000 personas, así como varios millones de refugiados y de desplazados internos.
Esas divergencias hacen referencia a la disposición de Washington a suministrar armas a la oposición siria, tras afirmar que el régimen de Damasco ha utilizado armas químicas contra los rebeldes y la población civil.
El mandatario ruso calificó de "inaceptable" el uso de armas químicas por cualquiera de las partes enfrentadas, pero aseguró que "no todos los miembros" del G8 creen en la versión ofrecida por Estados Unidos y el Reino Unido porque, según él, no existen pruebas definitivas.