El Vaticano confirmó que los frescos de la Capilla Sixtina empezaron a volverse blancos debido a la contaminación provocada por el enorme flujo de visitantes en el lugar.
Las autoridades del Vaticano advirtieron manchas blancas en 2010 e iniciaron una investigación, que reveló que gran parte de los frescos estaban cubiertos por una película blanca semejante a un glaseado de azúcar.
A pesar de que se desconoce la causa exacta, la pátina parecía ser de carbonato y bicarbonato de calcio, formados por los niveles crecientes de dióxido de carbono y humedad que atravesaban los muros de yeso.
La pátina fue recuperada fácilmente y sin daños, explicó Ulderico Santamaría, jefe del laboratorio de restauración de los museos.
Un nuevo sistema de climatización de la capilla, inaugurado esta semana, puede prevenir los daños potenciales causados por los altos niveles de visitantes.
El director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci, descartó cerrar la Capilla Sixtina para proteger los frescos, pero advirtió que no se admitirán más de seis millones de visitantes por año.