Alejandro Aravena: Chile y el pueblo mapuche deben darse el beneficio de la duda

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EFE

El arquitecto nacional, Premio Pritzker, presenta en la Bienal de Venecia una recreación de una pequeña ciudad indígena.

 EFE / Laura Serrano-Conde

El conflicto entre el Estado chileno y el pueblo mapuche se resolverá cuando ambas partes se den el beneficio de la duda, se conozcan y dialoguen, opina el chileno Premio Pritzker Alejandro Aravena, que presenta en la Bienal de Venecia una recreación de una pequeña ciudad mapuche.

La XVII Bienal de Arquitectura de Venecia abrirá sus puertas al público desde mañana, sábado, y hasta el 21 de noviembre y esta edición lleva por título "How We Will Live Together?" ("Cómo viviremos juntos").

El estudio de arquitectura Elemental, formado por Aravena y sus socios Víctor Oddó, Gonzalo Arteaga, Diego Torres y Juan Cerda, responde a esta pregunta con una iniciativa que aborda el histórico conflicto mapuche, que enfrenta desde hace décadas a comunidades indígenas con el Estado y con empresas agrícolas y forestales que explotan tierras consideradas ancestrales.

"Cuando vimos la pregunta, nosotros contrapopusimos al curador si podíamos contestar desde un proyecto, del que estábamos partiendo, ¿cómo lo vamos hacer para vivir juntos, en este caso, chilenos y mapuches?", explica Aravena a Efe.

DIÁLOGO ANTE LAS DIFERENCIAS

El que fuera curador de la XV edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia y recién nombrado presidente del jurado del Premio Pritzker de Arquitectura 2021 opina que las tensiones entre el pueblo mapuche y el estado chileno se deben resolver y para ello es prioritario que ambas partes inicien un diálogo fructífero.

"Lo mínimo que tendría que ocurrir es que nos diéramos mutuamente el beneficio de la duda, los mapuches a los chilenos y los chilenos a los mapuches, (el poder) conocernos", considera.

Hasta la Bienal veneciana, en concreto hasta los antiguos astilleros del Arsenale, trae la recreación de un proyecto que el estudio Elemental comenzó a construir en 2019 "en el sur de Chile, en la Región de la Araucanía, que es donde está el conflicto", precisamente a petición de un grupo de esta comunidad.

La estructura es media circunferencia, formada por troncos de árboles verticales y en diagonal, y sobre ellos hay fotografías que explican cómo es la vida mapuche.

La iniciativa se basa en dos palabras fundamentales, "künü" que hace referencia a la arquitectura como escaparate de la vida mapuche; y "koyaüwe", que busca convertir este espacio en un lugar de diálogo, como hacían los antiguos líderes mapuches.

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Instalación del estudio chileno Elemental en la Bienal de Venecia.

Aravena cuenta que cuando su estudio fue invitado a participar en esta Bienal era 2019 y "el conflicto número uno, de lejos, en Chile era la tensión" por la cuestión mapuche, una realidad que quedó parcialmente tapada por "esta explosión social" que ha llevado al país a "votar por reescribir una Constitución" y por la pandemia de coronvirus.

Pero estas divisiones siguen "latentes", añade: "Si miras en el estallido, las banderas que se usaban para reivindicar una serie de derechos eran las banderas mapuches, que históricamente ha sido un pueblo muy poco apreciado, del que incluso ellos mismos han sentido vergüenza", afirma.

Por aquel entonces, su estudio había sido contactado por la Asociación Comunal Mapuche de Loncoche para crear un espacio de conversación, pero también una especie de centro cultural, lugar de reunión de los líderes de la comunidad y que sirviera también para cuestiones religiosas.

DESAPRENDER LO APRENDIDO

"Hicimos un viaje de inmersión al territorio, dijimos 'vamos a desaprender lo que creíamos saber, lo que nos habían enseñado en el colegio, vamos a borrarlo y a partir de cero", rememora Aravena, que recuerda cómo en ese proceso miraron a la "antigua tradición de los parlamentos que los mapuches habían desarrollado, para encontrar la manera de acordar una convivencia con el imperio inca primero, con el imperio español, con Chile mismo cuando se independizó".

El resultado fue una especie de "ciudadela" mapuche, "un medio círculo, con un árbol sagrado en el centro, el canelo", y varios puntos reservados para encender "fuegos de cada una de las comunidades que es una familia".

De esta manera, la comunidad podía celebrar el año nuevo y otras ceremonias religiosas, pero también mostrar a los chilenos sus productos y su forma de vida.

Y es que una condición fundamental de estas antiguas "tratativas de paz" era que los parlamentarios se conocieran mutuamente, pero en la actualidad "los mapuches saben de qué se trata Chile, pero Chile no tiene ni idea de lo que son los mapuches".

La intención es llamar la atención sobre una realidad de Chile y mostrar que la arquitectura puede construir proyectos "con la gente", para que esta sea "parte de la solución y no del problema".

"En verdad, la arquitectura debiera crear un marco que debiera canalizar a las personas, sus ideas, su ingenio, su tiempo, como parte de la solución y no del problema", concluye.