Gioconda Belli tras ser despojada de su nacionalidad: "Daniel Ortega no es de izquierda; es un fascista"

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Autor: Cooperativa.cl

"Quién se atreve a arrancarme un país. Nicaragua es el amor de mi vida", expresó la escritora en entrevista con Cooperativa.

Dijo que desde hace tres décadas se observa la "deriva autoritaria de Ortega" quien, sin embargo, "no fue una gran figura" de la revolución: "No tiró un tiro contra Somoza".

La decisión de declararla apátrida "es un atrevimiento que supera la razón y una venganza de una tiranía impuesta" que hace gala del "deseo de perpetuidad", denunció.

 EFE

Belli vive exiliada desde hace un año en España, huyendo del régimen de Daniel Ortega, con quien formó parte de la oposición sandinista a la dictadura de Anastasio Somoza, época en que también debió abandonar su país.

La escritora nicaragüense Gioconda Belli (Managua, 1948), despojada esta semana de su nacionalidad por el régimen imperante en el país centroamericano, sostuvo que el presidente Daniel Ortega ya no es un referente de izquierda, sino que se convirtió en un líder autoritario de corte "fascista", al tiempo que desestimó la relevancia de éste en la revolución sandinista de hace cuatro décadas.

"Daniel Ortega no es de izquierda; es un fascista", afirmó la poeta en una entrevista exclusiva con Un Día en el Mundo de Cooperativa, desde Madrid, España, donde vive exiliada desde hace un año.

No es la primera vez que ha debido abandonar Nicaragua. La autora de "La mujer habitada" escapó a México y Costa Rica cuando tenía 25 años para luchar contra la dictadura de Anastasio Somoza. Formaba parte de la oposición sandinista junto al propio Ortega, actual presidente y dirigente político del que ahora huye.

Casi medio siglo después, con 74 años, Belli se encontró que "no tenía donde vivir", como plasmó en su poema 'Despatriada', y aterrizó en España el 2 de febrero del 2022 después de una serie de amenazas veladas y advertencias sobre su integridad personal si volvía a su domicilio de Managua.

"Quién se atreve a arrancarme un país, a tantos el país que amamos, en el que dejamos el ombligo, la infancia, los recuerdos de amores y errores. El país por el que luchamos la libertad. Es un atrevimiento que supera la razón, que infringe todos los derechos, que intenta inventar leyes para destruir la Constitución y para vengarse", expresó.

En su opinión, el despojo de la nacionalidad "es una venganza de una tiranía impuesta, que no se atreve siquiera a presentarse a elecciones libres porque sabe que será derrotada (...) cuando se iba a presentar a elecciones, encarceló a todos los candidatos".

Belli integra un listado de 94 religiosos, diplomáticos, exfuncionarios de Estado, defensores de derechos humanos, disidentes sandinistas, opositores, periodistas, académicos, estudiantes, empresarios y comerciantes, entre otros, a los que un Tribunal de Apelaciones de Managua declaró "traidores a la patria" y ordenó el decomiso de sus bienes el miércoles recién pasado.

Aunque recibió la decisión judicial "en estado de sorpresa", también consideró que era algo esperable "sabiendo con quién nos estábamos enfrentado desde hace varios años, desde 2018 cuando, impunemente y sin ninguna conmiseración, asesinaron a 300 personas que se habían levantado para protestar por este deseo de perpetuidad del gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo (esposa de éste y vicepresidenta del país)".

"DANIEL ORTEGA NO HIZO UN TIRO EN LA REVOLUCIÓN"

"Uno nunca se imagina una cosa tan terrible como lo que nos ha sucedido en Nicaragua", continuó Belli: "Mucho más cuando yo dediqué toda mi juventud a luchar contra Somoza, fui sandinista, vi morir a tantos amigos; yo estaba en una célula donde éramos 10 y solo quedamos vivos dos. Hubo costo humano, de sacrificio, de sangre. Yo me tuve que separar de mis hijitas cuando me fui la primera vez al exilio".

"Jamás pensé que me iba tocar esto, que el sandinismo se iba convertir en lo que se ha convertido. Pero sí lo llegué a pensar a partir del 1990 cuando Ortega empezó a usurpar todo lo que nosotros habíamos hecho", apuntó, advirtiendo que en esa época el partido debió haberlo removido.

La novelista recordó que "él empezó a urdir una serie de trampas y manipulaciones para sacarnos a todos los críticos del partido, así que desde hace 30 años venimos viendo esta deriva autoritaria de Daniel Ortega", por lo que recalcó que "para nosotros es menos sorpresivo que para mucha gente que todavía tiene la idea de la revolución y a Daniel Ortega como una figura de ésta".

Muy por el contrario, enfatizó Belli: "Daniel Ortega no fue una gran figura de la revolución, fue el representante visible que nombramos, que lo nombró la dirección nacional del Frente Sandinista. No tiró un tiro en esa guerra contra Somoza".

Según su reconstrucción de lo sucedido en el levantamiento de izquierda contra la dictadura de la época, "Ortega estuvo todo el tiempo en Costa Rica; su hermano Humberto y él tuvieron participación en la estrategia de la lucha, como mucha otra gente, pero él fue una figura que se hizo por decisión de los comandantes de la revolución".

"¿POR QUÉ AMÉRICA LATINA NO TIENE UNA POSICIÓN MÁS CRÍTICA?"

La galardonada escritora emplazó a los líderes latinoamericanos, y a la izquierda sobre todo, a ser más firmes frente al régimen de Ortega, y apuntó también a lo que ocurre en países como Cuba y Venezuela.

"Es muy triste. La izquierda latinoamericana tiene un gran trabajo por delante. He visto en Venezuela y Cuba como se han convertido en regímenes que, con el argumento de la justicia social, les quitan la libertad a sus pueblos", dijo.

Belli planteó que "tiene que haber una mirada diferente de la izquierda, que aprecie la democracia", marco en el destacó el caso de Chile: "Con Boric tienen una buena oportunidad para que las cosas cambien y sean de una manera diferente, con democracia, alternabilidad en el poder, sometimiento a las leyes y la Constitución, apertura a la crítica, con libertad de prensa".

Como contraparte, recriminó: "¿Por qué América Latina no tiene una posición más crítica con relación a Daniel Ortega? Países como México (con Andrés Manuel López Obrador) y Argentina (con Alberto Fernández) han tenido una posición muy conciliadora con Daniel Ortega y no quieren ver la cantidad de cosas negativas que hay en Nicaragua, como una supuesta cobertura ideológica. Daniel Ortega no es de izquierda, es un fascista".

Con todo, "nadie me puede quitar el ser nicaragüense", avisó.

"Soy nicaragüense porque lo llevo en la sangre, porque es mi país. Es un país portátil, que siempre ha andado conmigo. Es el amor de mi vida y nadie me lo va a quitar", concluyó Belli.

Entre quienes fueron declarados apátridas resaltan también los nombres del escritor Sergio Ramírez; del obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez; de la veterana defensora de derechos humanos, Vilma Núñez, del periodista Carlos Fernando Chamorro y del excomandante Luis Carrión, un antiguo compañero de armas del propio Ortega.

Desde la semana pasada, un total de 317 nicaragüenses fueron despojados de su nacionalidad, incluido el obispo Rolando Álvarez, condenado a más de 26 años de prisión tras negarse a ser desterrado por el Gobierno de Ortega junto a 222 presos políticos excarcelados y expulsados hacia Estados Unidos el 9 de febrero pasado.

Como ellos, miles de nicaragüenses han marchado del país. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), solo en 2021 hubo 116.600 nuevas aplicaciones de refugio. A este número se suman los más de 100.000 que salieron entre 2018 y 2020, en datos de la misma organización, que tiene que presentar los desplazamientos de 2022, calificado como "el año del éxodo" por la oposición política.

Algunos analistas calculan que un 10,08 % de la población ha abandonado el país desde abril de 2018. Desde esa fecha Nicaragua atraviesa una crisis política y social que se ha acentuado tras las controvertidas elecciones generales de 2021, en las que Ortega fue reelegido para un quinto mandato, cuarto consecutivo y segundo junto con su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, con sus principales contendientes en prisión o en el exilio.