"Nadie puede ser condenado para siempre", expresó el sumo pontífice.
Al mismo tiempo aclaró que "de ninguna manera la Iglesia debe renunciar al ideal pleno del matrimonio cristiano".
"Ya no es posible decir que los que se encuentran en una situación llamada irregular viven en pecado", afirmó Francisco.
Durante su exhortación apostólica sobre la familia, el papa Francisco abrió este viernes la Iglesia a divorciados que se han vuelto a casar, asegurando que "nadie puede ser condenado para siempre".
Las palabras fueron recogidas de Amoris Laetitia, de 261 páginas en su versión en español, texto que interpreta las consideraciones expresadas por los obispos durante el Sínodo de la familia.
En dicho documento, el sumo pontífice expresó a los divorciados que "no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros activos de la Iglesia", consignó el diario El País de España.
Y advirtió que "ya no es posible decir que todos los que se encuentran en una situación así llamada irregular viven en pecado mortal".
"Nadie puede ser condenado para siempre", puntualizó y aclaró que "no me refiero sólo a los divorciados en nueva unión, sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren".
Tras esto, pidió a los sacerdotes misericordia a la hora de discernir quién puede tener derecho a los sacramentos: "Es mezquino detenerse solo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general. A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas, sino el lugar de la misericordia del Señor".
Sin embargo, precisó que "de ninguna manera la Iglesia debe renunciar al ideal pleno del matrimonio cristiano, reflejo de la unión entre Cristo y su Iglesia, y que se realiza plenamente en la unión entre un varón y una mujer" que "se donan recíprocamente un amor exclusivo" y "hasta la muerte".
