Ensombrecida por la crisis en el Tíbet, la llama comenzó el viaje más largo y riesgoso de su historia, un recorrido que la llevará al monte Everest y a ciudades como Estambul, San Francisco y Buenos Aires.
La antorcha olímpica de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 comenzó este martes su viaje para recorrer los cinco continentes antes de regresar a China para encender el fuego en el Estadio Nacional de ese país el próximo 8 de agosto, día de la inauguración del mayor evento del deporte mundial.
Con gran pompa y entre estrechas medidas de seguridad, la llama olímpica arribó a Kazajistán, en la primera escala de un recorrido mundial que seguramente provocará protestas contra China antes de la cita de los cinco anillos que se celebrarán en agosto próximo.
En medio de fuertes medidas de seguridad la llama arribó a Kazajistán, en la primera escala de un recorrido mundial antes de regresar a Pekín el 6 de agosto, dos días antes de ser usada para encender la caldera de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos.
Grupos de aficionados ovacionaron e hicieron ondear coloridas banderas mientras la autoridad olímpica china transportaba la llama en una antorcha que bajó de un avión tras aterrizar en Alma Ata, una ciudad en medio de las montañas de Tien-Shan, unos 500 kilometros al este de China.
Un grupo de mujeres ataviadas con tradicionales vestidos kazajos y sombreros con penachos de plumas recibieron a la delegación con flores, mientras Jiang Xiaoyu, vicepresidente del comité organizador de los Juegos, y otras autoridades, caminaban por el asfalto.
Esta es la primera parada en un periplo internacional de 130 días, y Kazajistán lo ha vivido como un momento de orgullo nacional, en momentos en los que este país productor de petróleo pretende elevar su perfil en el mundo y convertirse en un elemento importante en la región.
En la ceremonia de encendido de la llama, la semana pasada, en Grecia, activistas mostraron pancartas condenando la actuación de China en materia de derechos humanos, y el domingo un reducido número de manifestantes intentaron detener el traspaso de la llama a las autoridades de Pekín.
Las manifestaciones son raras en Kazajistán, una ex república soviética gobernada con mano dura, y no hubo señales de manifestaciones mientras llegaba la llama.
Pero decidido a evitar cualquier signo de disturbios, Kazajistán desplegó 4.500 policías para patrullar las calles de Alma Ata, alguna vez una tranquila ciudad construida por los soviéticos y ahora un próspero centro financiero.
Kazajistán, también objeto de críticas de Occidente por el estado de los derechos humanos en el país, rendirá homenaje a la llama olímpica este miércoles en una pomposa ceremonia en las montañas al sur de Alma Ata. (Agencias)
