Acostarse con el teléfono en silencio, pero en modo vibración para despertar si es que llega un mensaje o salir menos con los amigos para quedarse revisando las redes sociales, son dos señales claves para saber que se está haciendo un mal uso de estas tecnologías.
El sicólogo español Enrique Echeburúa, especialista en adicciones a nuevas tecnologías y que participará en el seminario "Juego responsable y estrategias de intervención del juego problemático", explicó a El Mercurio que sólo en España un 80 por ciento de la población utiliza estas formas de comunicación y un cinco por ciento de la población las utiliza de mala manera.
"Hablamos del mal uso de las redes sociales cuando la persona tiene pérdida de control y se queda hasta la madrugada conectada con sus amigos aunque tenga que ir al colegio. También cuando la persona tiene fuerte dependencia sicológica, es decir, si no está conectada, sus pensamientos están focalizados en las redes sociales: está pensando en la última vez que intervino en el chat o pensando en conectarse para saber de otras personas conectadas", aseguró Echeburúa.
"La gente se mantiene conectada sin cesar, en todas partes y en todas las posiciones: en la cama, en los restaurantes o en las salas de espera", añadió el director del instituto francés de encuestas Ipsos, Remy Oudghiri.
Echeburúa explicó que la solución no es "demonizar" a las redes sociales, porque "tienen muchos aspectos positivos: facilitan el trabajo, el ocio y las comunicaciones instantáneas, pero es clave que la familia y los educadores le enseñen a las familias y a los adolescentes a hacer un eso adecuado".
El español da como ejemplo que los niños sólo deberían tener acceso a internet en un área común de la casa, nunca por su pieza y tampoco deberían tener smartphones, ya que "basta que tengan celulares con los que puedan estar localizados. Y sólo con una madurez emocional mayor, acceder a esos aparatos".