Santiago se dejó llevar por Enrique Bunbury y su apuesta por el rock and roll sufrido
Unas 2.700 personas llegaron al Teatro Caupolicán la noche del lunes.
El artista español y su público exhibieron gran mancomunión.
Unas 2.700 personas llegaron al Teatro Caupolicán la noche del lunes.
El artista español y su público exhibieron gran mancomunión.
Un lienzo colgado en la platea que rezaba "Bunbury...Chile siempre te quizo" (sic), y los gritos desde la cancha "Enriqueeee, Enriqueeee" fueron el marco en que el ex vocalista de Héroes del Silencio hizo su aparición en el Teatro Caupolicán la noche del lunes.
Sólo bastó que se parara en el escenario junto a sus cinco músicos para conseguir la primera ovación del público, que a medida que transcurrió el concierto fue creciendo hasta llegar a unas 2.700 personas.
"El anzuelo" fue uno de los primeros temas a los que echó mano este artista que se autoproclamó como el exponente de "canciones que duelen", llenas de historias de desamor, amores difíciles y experiencias complejas.
Dando cuenta de su alegría por volver a actuar en Chile luego de una larga espera, no fue raro que su espectáculo durara alrededor de dos horas y media.
"Hermanos y hermanas de Santiago es un hermosísimo placer estar con ustedes", dijo el recalcar lo importante que era para él pisar suelo chileno en una de sus últimas paradas de su "Hellville Tour".
El cantante de botas rojas con tacones, jeans y sombrero negro diseñó un show que partió a full, con gran despliegue de rock and roll, para luego entrar a una etapa más íntima en la que el propio cantante lució una especie de bufanda de plumas rojas, para luego hacer una mezcla precisa entre temas de corte más melancólico y otros más movidos y guitarreros.
Una barra incondicional
Para los nostálgicos interpretó el tema "La herida" del disuelto grupo Héroes del Silencio y también se dio el gusto de cantar el que denominó su tema favorito, como fue "Doscientos huesos y un collar de calaveras".
Su banda soporte montó un espectáculo aparte con su virtuosismo en el manejo de guitarras, bajo, teclados y batería, y las performances de algunos de ellos, que ratos a rozaban la ambigüedad sexual.
Cada vez que Bunbury dejó el escenario fue traído de vuelta y con gran alegría de su parte con el grito tipo hinchada futbolera "ohhhh, Enrique no se vaaa, no se va, no se vaa, Enrique no se vaaa", cual le causó una grata impresión.
"Bujías para el dolor", "Puta desagradecida", "El extranjero", "Apuesta por el rock and roll", "Desmejorado", "Sácame de aquí", "Alicia (expulsada al país de las maravillas)" y "La chispa adecuada" fueron parte de su extenso repertorio del concierto.
Este lo cerró con un "hermanos y hermanas, Dios los bendiga" como una forma de retribuir la incondicionalidad de un público que coreó cada uno de sus temas y que se quedó hasta el final, pese a que al regresar de uno de sus bis el propio cantante los había conminado a retirarse a sus hogares para poder levantarse temprano al otro día.