Lukashenko, el eterno dictador, considerado el "hermano menor" de Putin

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| Periodista Digital: EFE

A sus 70 años, lidera Bielorrusia desde 1994 y lo han consolidado como el "último dictador de Europa", un apodo que incluso utilizó con orgullo durante su campaña electoral.

Lukashenko, el eterno dictador, considerado el
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Las elecciones que le llevaron al poder fueron las últimas consideradas democráticas, a partir de ahí, construyó un modelo totalitario.

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El dictador bielorruso Alexandr Lukashenko, quien fue reelecto este domingo para un séptimo mandato presidencial, se mantiene como el mandatario europeo con mayor tiempo en el poder, acumulando 30 años al frente del país.

"No soy eterno", declaró en una rueda de prensa tras emitir su voto en una universidad de Minsk.

A sus 70 años, Lukashenko siguió los pasos del presidente ruso, Vladímir Putin, al afirmar que no tenía intención de buscar la reelección, pero que fue persuadido por su círculo más cercano, el amor de su pueblo y el complicado panorama internacional.

"Lukashenko nunca dejará el poder. Le gusta demasiado. Sólo abandonará el cargo por motivos de salud", opinó a EFE Pável Latushko, líder del Gobierno bielorruso en el exilio.

"El último dictador de Europa"

Lukashenko, admirador tanto de Stalin como de Hugo Chávez, se autodenomina "un hombre de pueblo". De ahí su inclinación por la agricultura y su especial aprecio por los tractores y las patatas, dos de los productos emblemáticos de Bielorrusia.

Su carrera profesional comenzó en la época soviética como director de un Sovjoz, una granja estatal, en contraste con el Koljoz, que era una cooperativa agrícola.

Desde que asumió el poder en 1994, ha gobernado este país de 10 millones de habitantes como si se tratara de una granja. Prácticamente todas las decisiones importantes dependen exclusivamente de él.

Las elecciones que le llevaron al poder fueron las últimas consideradas democráticas. A partir de entonces, reconstruyó el modelo del Estado totalitario soviético mediante varias reformas constitucionales que le han permitido perpetuarse en el cargo.

Para lograrlo, se apoya en el KGB, encargado de mantener el orden y eliminar a cualquier rival o disidente, incluidos opositores y defensores de los derechos humanos, como el Nobel de la Paz Ales Bialiatski, fundador de la organización Viasna.

Con el tiempo, Lukashenko ha condenado a sus enemigos al exilio o a prisión, consolidándose como el "último dictador de Europa", un apodo que incluso utilizó con orgullo durante su campaña electoral.

"Ya vendrán a aprender de mí", declaró en una ocasión.

"El hermano menor de Putin"

Cuando Putin asumió el poder, Lukashenko ya llevaba seis años como presidente. Sin embargo, en los últimos tiempos, el líder bielorruso se ha referido al jefe del Kremlin como su "hermano mayor", ya que le supera por casi dos años en el cargo.

Aunque hubo numerosos desacuerdos entre ambos, de los cuales Minsk culpó siempre a los burócratas rusos, Lukashenko dejó de criticar a Moscú después de que Putin prácticamente evitara su derrocamiento durante las multitudinarias protestas antigubernamentales contra el fraude electoral de agosto de 2020.

En aquel entonces, Lukashenko sobrevoló a los manifestantes en helicóptero con un Kaláshnikov en las manos, pero lo que aseguró su supervivencia política fue el respaldo político y militar de Rusia, además de un millonario préstamo.

Por ello, Lukashenko no tuvo más opción que aceptar cuando su homólogo ruso le solicitó que permitiera usar el territorio bielorruso para invadir Ucrania en febrero de 2022.

El líder bielorruso se molesta cada vez que le recuerdan este hecho: "nunca involucré a mi país en la guerra", afirmó, pero la realidad es que Minsk es cómplice de la campaña militar rusa.

No solo eso, sino que desde entonces ha solicitado el despliegue de armas nucleares tácticas y, más recientemente, el misil balístico hipersónico Oreshnik, argumentando que la OTAN representa una amenaza para la seguridad de ambos países.

"Nadie ataca a un país con un paraguas nuclear", aseguró el domingo en rueda de prensa.

Con una estrecha relación con China, Lukashenko se ha convertido en el aliado más leal de Putin, pero esa política conlleva un gran riesgo: sus destinos están intrínsecamente vinculados.

"Tomamos lo mejor de la URSS y lo mejoramos"

Lukashenko tuvo claro desde el principio que Bielorrusia, bajo su mando, no seguiría ni el modelo ruso ni el ucraniano, a pesar de ser sus dos grandes vecinos y hermanos eslavos.

En Rusia, los oligarcas dominaban la agenda política, y la privatización descontrolada condenó a muchos a la miseria tras la caída de la Unión Soviética. Por otro lado, en Ucrania comenzaba a surgir una democracia incipiente, aunque las divisiones entre Este y Oeste generaban una gran inestabilidad política.

La alternativa bielorrusa consistía en devolver al Estado el control del tejido productivo, mantener a raya a los oligarcas y evitar un éxodo masivo del campo, asegurando que las zonas rurales siguieran siendo capaces de alimentar al país.

"Tomamos lo mejor de la URSS y lo mejoramos", afirma Lukashenko.

Aunque firmó la Unión Estatal Rusia-Bielorrusia, se opuso a que Bielorrusia se convirtiera en un simple protectorado del Kremlin, a pesar de que su economía siempre ha dependido de los hidrocarburos rusos subsidiados.

Este enfoque le permitió sostener una economía casi planificada que exportaba productos como fertilizantes y derivados del petróleo tanto a Rusia como a Europa, beneficiándose de los precios preferenciales que Moscú le ofrecía.

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