El consumo excesivo puede provocar riesgos por el alto contenido de cafeína.
Expertos plantean que las etiquetas deberían contener advertencias.
Las bebidas energéticas, introducidas en el mercado global de forma masiva hace poco más de una década se han hecho cada vez más populares, a tal punto que, por ejemplo, el consumo por persona en Europa rondará los dos litros anuales en 2010, con crecimientos del mercado del ocho por ciento anuales, según datos de la consultora especializada Zenith International.
La ingesta de estos refrescos no supone ningún problema si se realiza con moderación, pero su alto contenido en cafeína, y su capacidad para enmascarar los síntomas de la intoxicación etílica sin rebajar sus efectos, ha despertado la preocupación de una parte de la comunidad médica y científica.
La última muestra de esta inquietud ha sido un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad Johns Hopkins, en EE.UU., que concluye pidiendo una mayor regulación de estos productos.
En concreto, los científicos concluyeron que el etiquetado de estas bebidas debe incluir advertencias sobre los riesgos que puede suponer su consumo, tanto solas como en combinación con alcohol.
También defienden establecer limitaciones a la publicidad y el marketing agresivo dirigido por las marcas al público más joven, así como incluir la cantidad de cafeína contenida, algo que ya es obligatorio en Europa.
"Reconocer los rasgos de la intoxicación por cafeína, la abstinencia y la dependencia puede ser especialmente relevante al tratar a personas jóvenes, que tienen más probabilidades de tomar bebidas energéticas", señalan los expertos.
Para los autores, el principal problema que puede derivarse de estas bebidas, con concentraciones de cafeína de entre 50 y 505 miligramos por lata, es la intoxicación por cafeína.
Se trata de una patología de la que se registran cada vez más casos en EE.UU. y cuyos principales síntomas son nerviosismo, ansiedad, cansancio, insomnio, taquicardia, temblores y agitación sicomotora.
El problema puede estar, en consecuencia, en la cantidad de cafeína, una sustancia que en cierta cantidad eleva la presión sanguínea y la tasa cardiaca.
