Las mejores escuadras, lejos, de esta primera fase de la Copa América han sido Argentina y México. Alfio Basile y Hugo Sánchez, sus respectivos técnicos, optaron por una medida más polémica que jugar con tres al fondo. Han permitido que sus jugadores viajen al torneo acompañados de sus esposas (o novias) e hijos.
Por Aldo Schiappacasse desde Venezuela.
Las mejores escuadras, lejos, de esta primera fase de la Copa América han sido Argentina –un equipazo, candidato fijo- y México, que logró sanar las heridas de la Copa de Oro y la ausencia de cuatro "europeos" que renunciaron a venir a Venezuela.
Alfio Basile (el Coco) y Hugo Sánchez, sus respectivos técnicos, optaron por una medida más polémica que jugar con tres al fondo. Decidieron hacer concentraciones flexibles. O sea, han permitido que sus players viajen al torneo acompañados de sus esposas (o novias) e hijos.
Para los puristas, un pecado de marca mayor, porque las señoras suelen "desconcentrarlo" todo. Un periodista argentino recordaba la experiencia de Menotti en el Mundial del '82, cuando hizo lo mismo en Alicante, mientras pololeaba con una rubia que provocaba envidias en el batallón periodístico. En el hotel de al lado –donde alojaban las niñas- hubo desfiles de moda, peleas al por mayor y un despilfarro increíble que creó polémicas surtidas, porque los argentinos venían saliendo de la Guerra de las Malvinas.
Ahora todo parece funcionar bien, lo que no es sorpresa porque la sociedad está más madura. Las concentraciones suelen ser largas y aburridas, más aún para una selección como la nuestra que se enclaustra, chatea, le da al play station y el lunes, como gran cosa, almorzó al aire libre e hizo piscina.
Tener a la señora al lado debe ser un beneficio porque al final uno termina encontrando más simpático al técnico, y eludir la marca de los cabros chicos puede ser un gran entrenamiento. Estoy seguro que si además invitaran a las suegras, los futbolistas pedirían entrenar en triple turno.
Si Acosta hubiera adoptado la misma medida, no habría tanta tortícolis, ni tanto jugador taimado, ni tanto aburrimiento. Los colegas de Fox han destacado hasta el cansancio la gentileza de los trasandinos –las verdaderas estrellas de la Copa- para atender a hinchas y a la prensa, y eso habla de que a vida normal, siempre reinará la cordialidad.
Anticipándome a los fanáticos enajenados del "yo sólo hablo de fútbol" les diré que sí, es cierto. En el caso chileno habría llegado mucha modelo aspiracional y "SQP" habría armado el panel en el hall del hotel. No hay medida perfecta, pero es una idea a debatir.
De fútbol es complejo hablar. Después de los resultados del lunes, Chile está cerca de la clasificación haciendo muy poco. Tengo el pálpito que hay jugadores definitivamente amurrados, y el caso más claro es el de Matías Fernández, que luego de ser reemplazado frente a Ecuador, ha pasado contracturado. Ver a Jorge Valdivia con cuello cervical es de espanto, aunque todo el mundo aclara que no es tan grave. Humberto Suazo andaba con tortícolis y muchos están enojados por la comparación con la Sub 20, como les contábamos el lunes.
El resto es calco -copy paste se dice hoy- de lo mismo. A definir una nueva estrategia, adivinar un equipo, saber si se ratifica a Gonzalo Jara o llegó el momento de Rodrigo Tello. Si Suazo va solo o acompañado. Si es Valdivia o Carlos Villanueva.
Si los rojos estuvieran con sus esposas, al llegar a la pieza cada noche y les preguntaran por la pega, responderían, con poco entusiasmo: "Nada, vieja, siempre lo mismo", antes de aferrarse al control remoto.
