Haciendo uso y abuso sobre el escenario de su conocida faceta de galán, el cantante español interpretó los temas de su carrera, que a pesar de la pobre calidad vocal causaron la euforia de cuatro mil fans.
Por María José Carreño V.
Después de 13 años de carrera, Enrique Iglesias tiene claro que lo suyo hace tiempo que ya no es cosechar aplausos por su música sino por conquistar, y con esa premisa en mente el español se presentó el miércoles en el Arena Santiago, en un concierto que más brilló por el carisma del músico que por un buen registro vocal.
Iglesias, quien hace ocho años no visitaba el país, comenzó con más de media hora de retraso su actuación ante unas cuatro mil personas, causando un pronto delirio entre su fanaticada que hizo aún más inaudible la poca voz de Iglesias durante todo el espectáculo, sobretodo en temas en inglés como "Rhythm Divine" y "Escape".
Echando mano de antiguos éxitos como "Experiencia Religiosa" y "Bailamos", y combinándolos con cortes más recientes como "Dímelo", el cantante suplió con carisma y atractivo físico su bajísima calidad vocal, que lo llevó a apoyarse constantemente en sus dos coristas y en las voces de su público evidentemente femenino, al que arengaba a cantar una y otra vez para cubrir su falta de voz.
Pese a esto, la constante cercanía de Iglesias con el público mantuvo en alto a la audiencia, dándose el lujo de subir a una decena de personas al escenario en distintos momentos del show, con quienes se tomó fotos, cantó e incluso terminó besando a una emocionada dueña de casa durante la canción "Héroe".
El personal de seguridad del recinto se vio sobrepasado ante la euforia de las seguidoras que intentaban apasionadamente subirse al escenario, y que incluso obligó al mismo Iglesias a ir en rescate de una obstinada fan que colgaba cabeza abajo del escenario en medio de los forcejeos con los guardias.
Tras dos horas de show, la noche culminó con el tema "Si tú te vas", canción que lo lanzó a la fama y sorprendentemente menos coreada que canciones más recientes, en el cierre de una actuación que dejó en claro que lo de Iglesias va más por la búsqueda de devoción femenina que por, efectivamente, cantar. (Cooperativa.cl)
