Josef Fritzl maltrató a la mujer y la violó reiteradamente, hasta su muerte.
Informe siquiátrico asegura que su comportamiento buscaba compensar humillaciones infantiles.
Josef Fritzl, el jubilado austríaco que durante 24 años secuestro y violó a su propia hija en un sótano, confesó que también encerró durante años a su madre, hasta su muerte, en el piso superior de su casa, en el que tapió las ventanas para que no viera nunca la luz de sol.
Fritzl, quien asegura haber sido maltratado por su madre en la niñez, la acogió en los últimos años de su vida en la casa familiar en Amstetten, donde paulatinamente cambió su rol de víctima y comenzó a vejarla hasta su muerte en 1980.
Así, la encerró en la parte superior de la vivienda y tapió con ladrillos las ventanas para que nunca más viese la luz del día y la trató como a una presa hasta su muerte, aseguran los diarios News y Österreich, citando el informe psiquiátrico elaborado para el juicio contra Fritzl.
El detenido relató a la psicóloga Adelheid Kastner la tormentosa relación de amor y odio que le unía a su madre, asegurándole que ésta "me pegaba y me pateaba hasta que me caía al suelo y sangraba", asegura.
Fritzl confesó que temía a su madre más que a ninguna cosa y que la odiaba por sus continuos insultos, en los que lo tildaba de "satán, inútil y criminal" y le prohibía practicar deportes y tener amigos.
A través de su comportamiento sexual y de la brutal dominación hacia las mujeres, Fritzl pretendía compensar las humillaciones sufridas de parte de su madre, según el informe.
Durante los 24 años que estuvo encerrada en el sótano, Elisabeth dio a luz a siete niños, uno murió poco después de nacer y tres de fueron adoptados oficialmente por Josef y su esposa, Rosemarie, tras simular que la hija-madre había huido.
