El Ejército de Estados Unidos emprendió una ambiciosa ofensiva contra la insurgencia en la ciudad iraquí de Hazida, cerca de la frontera siria, tras un cruenta semana en la que perdió unos 27 soldados en esta y otras localidades de la provincia de Al-Anbar.
Según un comunicado del mando militar en Bagdad, alrededor de un millar de militares, en su mayoría marines, secundados por fuerzas iraquíes, participan en esta nueva operación bélica, bautizada como "golpe rápido".
La ofensiva arrancó la noche del pasado miércoles 3 de agostó, el mismo día en que murieron 14 marines en un atentado perpetrado cerca de Hazida, en una de las jornadas más negras del Ejército de EE.UU. desde que en marzo de 2003 comenzó la invasión y posterior ocupación del país.
El radio de acción del operativo alcanza las ciudades de Hadiza, Haqlaniyah y Parwana, está última ubicada a unos de 180 kilómetros al noroeste de Bagdad, además de los frondosos palmerales que se alinean a la rivera del Eufrates en su tránsito de Siria a Irak.
Este mismo viernes, cazabombarderos estadounidenses bombardearon una estación de control meteorológico en la propia Hadiza y destruyeron la vivienda de un supuesto líder insurgente conocido como Hosan Haful.
Según la cadena de televisión iraquí Al Sharquiya, el ataque no causó víctimas porque a esa hora el edificio estaba vacío.
En Haqlaniyah, unidades de las fuerzas Especiales aprovecharon el asedio del Ejército para desplegarse por las calles y perseguir a los insurgentes casa por casa.
Además, aviones de combate descargaron su proyectiles en diversos puntos de la ciudad.
La nueva ofensiva en Irak tiene lugar en un momento crítico para el Ejército norteamericano, que ve día a día como aumenta el número de bajas en la provincia de Al-Anbar, corazón de la insurgencia en el país.
Días atrás, el mando militar admitió que los rebeldes mantienen muy altas su capacidad operativa.
Sin embargo, el presidente de EE.UU., George W. Bush, apoyado en informes que constatan que el número de operaciones insurgentes ha decrecido, aseguró que pese a las bajas, el Ejército progresaba en el avispero de Irak.
Oficiales estadounidenses adviritieron, no obstante, que aunque la cifra de ataques con autobomba y otros artefactos descendió, los de ahora son más potentes y sofisticados, en especial los perpetrados con bombas escondidas a orillas de las carreteras.
Según sus estadísticas, entre el 70 y el 80 por ciento de las bajas se deben a acciones con este tipo de bombas.
Alrededor de 1.800 soldados estadounidenses han muerto en combate en Irak desde la invasión de este país. (EFE)