La solemnidad de los guardias suizos que llevaron el cuerpo de Juan Pablo II fue acompañada por la congoja de los católicos apostados en el Vaticano.
El Papa Juan Pablo II salió a la Plaza San Pedro por última vez, luego que su cuerpo sin vida fuera trasladado desde la Sala Clementina hasta la basílica de la Santa Sede, en cuya nave central podrá ser homenajeado por los fieles hasta el viernes 8 de abril, día en que los cardenales fijaron las exequias del fallecido pontífice.
Minutos después de las 17:00 horas de Italia (11:00 horas de Chile), los guardias suizos iniciaron la procesión, rodeados por los purpurados ya presentes en Roma. El trayecto, durante el cual miles de fieles pudieron ver los restos de Karol Wojtyla, duró aproximadamente 25 minutos.
El rostro pálido de Juan Pablo II y sus ropas rojas -el color de luto pontificio- emocionaron hasta las lágrimas a decenas de miles de personas, en una extraña conjunción de dolor y tranquilidad. A pesar de su muerte, el recuerdo del Papa es principalmente cercano y alegre.
Ahora, en la nave central de la Basílica de San Pedro, el "Papa viajero" recibirá el homenaje póstumo de los miles de feligreses que ya llevan varias horas en la explanada, y que anticipan una interminable procesión por el templo, a la espera de los funerales del sacerdote polaco, los que se realizarán el viernes 8 de abril, a las 10:00 horas de Italia (04:00 horas de Chile).
El lugar donde ahora se encuentra el cuerpo de Wojtyla no variará mayormente, pues tras la ceremonia fúnebre, sus restos serán sepultados en la cripta del recinto, ubicada bajo el altar mayor.
Ahí, Juan Pablo II compartirá -entre otros- con su predecesor, Juan Pablo I, y con el Apóstol Pedro. Coincidentemente, ya muchos hablan en Roma de que el legado del Pontífice está a la altura del primer jefe de la Iglesia Católica.
