Investigadores británicos concluyeron que el género masculino experimenta cierto placer frente al sufrimiento de una persona que cometió trampa.
Una investigación del University College de Londres reveló que los varones no sólo no se conmueven ante el dolor ajeno cuando el que lo padece es un tramposo, sino que también se regocijan.
Las mujeres, en cambio, siempre se solidarizan con el sufrimiento ajeno, sin tomar en cuenta si se trata de alguien justo o injusto.
El trabajo, publicado por la revista científica Nature, viene a dar luces sobre una problemática de la que se conocía poco hasta este momento: el modo en que funciona el cerebro en relación con el comportamiento de los demás.
Los investigadores de la University College de Londres, convocaron a 16 mujeres y 16 hombres que actuaron como voluntarios para participar de un juego en el que algunos de sus miembros se comportaron deshonestamente.
En un momento dado, tanto justos como injustos recibieron leves descargas eléctricas que les generaban dolor.
Mediante resonancias magnéticas se tomaron imágenes de la actividad cerebral de los voluntarios. Ante la aparición del dolor en los otros, los hombres mostraron empatía con los que habían actuado honestamente.
Pero manifestaron regocijo frente al sufrimiento de los que hicieron trampa. Los datos de las resonancias fueron contrastados con un cuestionario en el que expresaron sus emociones.
En la actividad cerebral de las mujeres, en cambio, no se demostraron modificaciones considerables.
De todas formas, aún hay dudas de que si los resultados hubieran sido los mismos en caso de que a los deshonestos se les hubieran aplicado penas financieras o sicológicas, en vez de físicas.
Hasta ahora sólo se sabía que las respuestas cerebrales de los individuos son moduladas de acuerdo al vínculo afectivo que se establece entre ellos.
Pero de esta investigación se desprende que las respuestas empáticas serían influenciadas, también, por las apreciaciones que los hombres hacen sobre la conducta social de los demás.
Tania Singer, directora de la investigación, dijo que si bien están muy conformes con los resultados, deben ser confirmados con estudios más amplios.
Lo que todavía no pudo comprobarse, por ejemplo, es si la diferencia entre las actitudes femeninas y masculinas son producto de la biología o de los roles sexuales adoptados a lo largo de la vida.
Sin embargo, sí explicaría -según dijo Klaas Stephan, uno de los autores del estudio- por qué los hombres han adoptado mayoritariamente la función social de juzgar y condenar a los delincuentes y criminales. (Agencias)
