La llegada de la vacuna contra la influenza humana a los centros de salud de Estados Unidos pondrá el próximo martes punto final a una carrera farmacéutica contrarreloj para afrontar un reto quizá más complicado: que los estadounidenses pierdan el miedo al pinchazo.
Con el panorama de la expansión del virus en otoño e invierno recién iniciándose en el hemisferio norte, las autoridades sanitarias se han apuntado un triunfo al aventajar a la mayoría de países en la producción de la vacuna, pero su campaña de prevención afronta la mirada escéptica de más de la mitad de población, preocupada por la seguridad de las dosis.
Tras cinco meses de alarma por una enfermedad antes desconocida, detectada por primera vez en abril y declarada pandemia en junio, Estados Unidos desplegará esta semana una de las respuestas más instantáneas que la población recuerda de su sistema de salud.
Una vez comprobada la virulencia del brote, que ya ha causado casi 600 muertes y al menos 9.000 hospitalizaciones en todo el país, y descartada la efectividad de antivirales como Tamiflu y Relentza, el gobierno decidió apostar por la prevención y confió todo su arsenal en la concesión de licencias a cinco gigantes farmacéuticos.
El martes, los centros autorizados de los 25 estados que han solicitado la vacuna comenzarán a administrar, de forma gratuita, un primer cargamento de entre 6 y 7 millones de dosis, la mayoría de ellas en forma de aerosol nasal.
El Departamento de Salud, que se ha servido de un solo distribuidor y vacunará con prioridad a los grupos de riesgo del país, prevé agotar ese cargamento inicial en los primeros días del mes de octubre.
Para mediados de mes, esperan contar con otros 40 millones de dosis, y disponer de un total superior a los 250 millones antes de que acabe el año.
Sólo dos países superan el carácter pionero de Estados Unidos en la administración de la vacuna: China, que comenzó a vacunar a sus soldados y estudiantes a finales de septiembre, con la mirada fija en las celebraciones del 60 aniversario de la República Popular, y el Reino Unido, que ha empezado a vacunar a un millar de niños.
Por su parte, en América Latina no se espera recibir las primeras dosis hasta 2010.