Las interrogantes ante la desaparición de los misiles de Gadafi
Al menos 300 proyectiles antiaéreos se perdieron desde una reserva.
"Son el tipo de armas que Al Qaeda querría tener en sus manos", advirtió HRW.
Al menos 300 proyectiles antiaéreos se perdieron desde una reserva.
"Son el tipo de armas que Al Qaeda querría tener en sus manos", advirtió HRW.
Cual bazuca, basta un hombre armado con un lanzamisiles ruso SA-7 para derribar un avión. En Libia, el coronel Muamar Gadafi tenía miles, no los usó contra los aviones de la OTAN y ahora varios de una reserva de 25.000 han desaparecido, aunque no se sabe cuántos.
Esta semana, reporteros y activistas de derechos humanos visitaron en Trípoli varios almacenes donde se guardaban sin ninguna seguridad granadas, misiles, cohetes y minas.
Allí los periodistas y activistas vieron también cajas vacías. Según le dijo a la BBC Peter Bouckaert, de Human Rights Watch (HRW), "Libia se ha convertido en un gran bazar de armas".
Las potencias occidentales están preocupadas porque entre lo que falta se encuentran al menos 300 misiles antiaéreos guiados por calor con los que se puede derribar un avión. Apenas fueron empleados contra los cazabombarderos de la OTAN y no se sabe dónde podrían estar.
Esa altísima y aparentemente inexplicable demanda por ese tipo de armas es lo que hace temer que hayan podido caer en manos de grupos islamistas.
"Son el tipo de armas que grupos radicales como al-Qaeda querrían tener en sus manos, por la tecnología", dijo Bouckaert.
Y es que si bien pueden no ser tan letales ante un avión de guerra, uno de pasajeros sí que puede ser fácilmente derribado con un lanzamisiles así.
La preocupación es tal, que EE.UU. ha enviado al terreno a expertos en armas para colaborar con el Consejo Nacional de Transición en su búsqueda.
A la caza de los misilesEl hallazgo de máscaras de gas levantó la preocupación sobre el paradero de armas químicas.
Tanto Washington como Naciones Unidas han pedido al Consejo Nacional de Transición que extremen las medidas de seguridad en los emplazamientos en que se guardan las armas.
La semana pasada, la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, expresó su preocupación por la posibilidad de que acaben en manos de grupos extremistas.
"El nuevo liderazgo libio debe seguir oponiéndose al extremismo violento y asegurar que las armas de los arsenales de Gadafi no son una amenaza para los vecinos de Libia", dijo Clinton.
En la misma línea, se expresó John O. Brennan, asesor de la Casa Blanca en lucha antiterrorista: "Nos preocupa que potencialmente ciertas armas acaben en manos de terroristas".
Las que más inquietan son los viejos SA-7, una especie de bazuca antiaéreo de los años 70. Eso, pese a que podría haber algunos demasiado viejos para operar.
Pero también los SA-24, mucho más potentes, que se montan en la parte trasera de camiones y que son igualmente empelados contra objetivos aéreos, pero que requieren más infraestructura y son más fácilmente detectables.
Fuentes oficiales estadounidenses calculan que las fuerzas armadas de Gadafi tenían 25.000.
La Secretaría de Estado de EE.UU. ya ha presupuestado US$3 millones para contratar a dos empresas internacionales de desmantelamiento de armas para localizar y destruir los SA-7, las minas y municiones.
Esas compañías de momento han operado en el oeste del país, donde han encontrado muy pocos de los bazucas. Todavía tienen que llegara a Trípoli, donde muchas de las nuevas armas han aparecido.
Amenaza exterior e interior
Sin embargo, es bastante factible que esas armas hayan cruzado ya las fronteras libias. O que permanezcan ocultas, pues a medida que la OTAN fue atacando lo que suponía eran los arsenales de armas de Gadafi, sus tropas las fueron llevando a instalaciones civiles.
Además, como explica la reportera de la BBC Olivia Lang, muchos analistas temen que las armas se hayan diseminado por diferentes facciones libias en el momento en que el CNT lucha por recuperar el orden.
Varios observadores advierten que tanto armamento pueda dejar abierta la puerta de una guerra civil futura en el seno del país.
"Es preocupante. El fracaso en hacer lo mismo en Irak hizo el trabajo de los insurgentes y las milicias mucho más fácil", comenta Benjamin Barry, experto en defensa del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos del Reino Unido.
"El CNT debería darse cuenta de que la mayor amenaza de esos depósitos de armas desprotegidos es para la seguridad y estabilidad de Libia", dijo Barry.
Armas químicas
Entre tanto, el descubrimiento de máscaras de gas en otras partes de Libia ha levantado la cuestión del paradero de las armas químicas de Gadafi.
En 2004, con la invasión de Irak, el entonces líder libio acordó desmantelar sus armas de destrucción masiva tras unas negociaciones secretas con EE.UU. y Reino Unido.
Como parte de ese compromiso, se comprometió a deshacerse de 3.300 bombas destinadas a esparcir sus armas químicas y a destruir el gas mostaza.
La Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) de Naciones Unidas afirmó que desde 2005, fue destruido el 40% de los agentes químicos empleados en la elaboración de gas mostaza.
A principios de semana, el director general de la OPAQ, Ahmet Uzumcu, dijo tener constancia de que el "remanente de armas químicas" estaban asegurados.
Su organización no se ha hecho presente en Libia desde febrero, pero ahora se preparan para enviar más inspectores.
Bouckaert, que señaló que las nuevas autoridades están de acuerdo en que las armas que no están a buen recaudo sean trasladadas a un lugar más seguro, cree que el mayor daño ya está hecho.
"Una vez han desaparecido, desaparecieron. Muchas de las armas más peligrosas ya han sido saqueadas. Es demasiado tarde".