La inseguridad alimentaria en Brasil afecta principalmente a las familias más pobres, a las mujeres, a las personas de entre 30 y 49 años, quienes tienen mayor número de hijos.
Los países sudamericanos con menores tasas de inseguridad alimentaria son Chile (18 por ciento) y Uruguay (30 por ciento).
El porcentaje de familias que dice no tener dinero para garantizar su alimentación en Brasil saltó desde el 14 por ciento en 2014, cuando el país fue retirado del Mapa Mundial del Hambre de la ONU, hasta el 30 por ciento en 2019 y hasta el récord del 36 por ciento en 2021, un aumento provocado por la pandemia.
La tasa brasileña de la llamada inseguridad alimentaria alcanzó en 2021 su mayor nivel desde que el indicador comenzó a ser medido en 2006, cuando era del 20 por ciento, y por primera vez superó el promedio mundial (35 por ciento), según un estudio divulgado este miércoles por la Fundación Getulio Vargas (FGV).
De acuerdo con el informe del prestigioso centro privado de estudios económicos y sociales, la inseguridad alimentaria en Brasil afecta principalmente a las familias más pobres, a las mujeres, a las personas de entre 30 y 49 años, cuyos domicilios son los que tienen mayor número de hijos.
El estudio analizó para Brasil los datos de una encuesta que la firma Gallup World Poll realiza anualmente en cerca de 160 países desde 2006, lo que permite la comparación mundial, y que preguntó entre agosto y noviembre del año pasado a 125.000 encuestados en todo el mundo si las personas no tuvieron dinero para alimentarse a sí mismas o a sus familias en algún momento en los últimos doce meses.
Según la FGV, pese a que Brasil consiguió importantes avances en la lucha contra el hambre desde que el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) puso en marcha programas ejemplares para reducir la pobreza, la situación se agravó con la grave recesión que el país vivió en 2015 y 2016 y, más recientemente, con la crisis generada por la pandemia (2020 y 2021).
La tasa de inseguridad alimentaria en Brasil el año pasado fue similar a la de Argentina (36 por ciento), Paraguay (42 por ciento) y México (43 por ciento), y muy inferior a las de Venezuela (72 por ciento), Ecuador (62 por ciento), Perú (56 por ciento), Bolivia (55 por ciento) y Colombia (52 por ciento). Los países sudamericanos con menores tasas son Chile (18 por ciento) y Uruguay (30 por ciento).
Sin embargo, entre el 20 por ciento de brasileños más pobres, la tasa de inseguridad alimentaria saltó desde el 53 por ciento en 2019 hasta el 75 por ciento en 2021, y se ubicó muy por encima del promedio mundial para este segmente (48 por ciento) y equiparada al promedio de los países con mayores tasas, como Zimbabue (80 por ciento).
Por su parte, la tasa de inseguridad alimentaria entre las mujeres en Brasil se elevó al 47 por ciento (contra el 26 por ciento entre los hombres), un porcentaje muy superior al promedio mundial (37 por ciento).
Por el contrario, entre el 20 por ciento de los brasileños más ricos, la tasa de inseguridad alimentaria cayó desde el 10 por ciento en 2019 hasta el 7 por ciento en 2021, la tercera parte del promedio mundial para este segmento (21 por ciento) y un nivel similar al de países como Suecia (5 por ciento), el de menor índice en todo el mundo.
La FGV aclaró que el estudio aún no refleja la disparada de los precios en los últimos meses provocada por la guerra en Ucrania (la tasa interanual de inflación en Brasil llega al 12,13 por ciento) y que el hambre pudo haber sido mayor en el país si el Gobierno no hubiera distribuido subsidios a casi 40 millones de familias pobres durante la pandemia.
